Estamos gobernados por cipayos al servicio de una potencia decrépita y caníbal – Por Juan Manuel de Prada

En manos de cipayos
Por Juan Manuel de Prada

Me he acordado mucho en estos días de aquella célebre frase de Romain Rolland: «Considero odiosa la guerra, pero lo son más aquéllos que la cantan sin hacerla». Cuando un personajillo tan inane como el mequetrefe gerontófilo Macron hace declaraciones belicistas campanudas, amagando con el envío de tropas a Ucrania… ¿a qué intereses obedece? No a los de su propio país, desde luego, que ya probó sus capacidades batalladoras en 1940. Si la Francia de 1940 probó estar reblandecida por la molicie y gangrenada por la cobardía, ¿qué podríamos decir de la Francia de 2024, cuya juventud cuenta entre sus principales inquietudes con la ‘ecoansiedad’ y la libertad ‘para elegir género’, sino que Macroncito el gerontófilo es su más evidente epítome?

¿Y qué decir de nuestra Margarita Robles, que lo más cerca que ha estado de afrontar una batalla son aquellos campeonatos de julepe y tresillo que se jugaban en el casino de su pueblo? Sabemos que el porcentaje de jóvenes españoles dispuesto a empuñar las armas para defender la integridad territorial de su propio país es ínfimo. ¿Cuántos jóvenes españoles estarían dispuestos a convertirse en carne de cañón en lejanas tierras cuyas guerras en nada nos competen? Además, como nuestros mequetrefes gerontófilos y estrategas de julepe y tresillo saben, nuestra participación en esas lejanas guerras no tendría más solución que el apocalipsis atómico, una guerra de proporciones devastadores en la que no habría más vencedor que las faunas necrófagas. ¿Tanto es el desprecio que estos mentecatos nos profesan?

Pero el mequetrefe gerontófilo, como la gran estratega de julepe y tresillo están faroleando, por supuesto. Esta última, incluso, nos ha revelado la razón última por la que cantan la guerra sin hacerla: «Es una labor de todos que Europa siga potenciando sus capacidades de la industria de defensa», ha afirmado. ¡Asquerosos cipayos indignos! Su obediencia ciega a los Estados Unidos está dispuesta a causar todavía mayores estragos en la economía de las naciones que conducen al barranco. Después de exigirnos sanciones que sólo han servido para empobrecernos y robustecer a Rusia, ahora se disponen a arruinarnos para satisfacer los intereses de la industria militar, desoyendo el consejo lanzado por Eisenhower (que de librar guerras algo más sabía que el gerontófilo macroncito y nuestra estratega de julepe y tresillo): «En los consejos de gobierno, debemos evitar la compra de influencias injustificadas, ya sea buscadas o no, por el complejo industrial-militar. Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades».

Estamos gobernados por cipayos al servicio de una potencia decrépita y caníbal que, con tal de mantener su dominio mundial, no vacila en utilizar a los ucranianos como carne de cañón y en condenar a la ruina a las naciones europeas. ¡Abrid los ojos, españoles!

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