Falangistas y liberales voxeando: para salir de su crisis, Vox tendría que dejar de ser liberal – Por Juan Manuel de Prada

Falangistas y liberales voxeando
Por Juan Manuel de Prada

Reconoceré que me tiene enganchadísimo la serpiente de verano (variante política-ficción) que se ha montado la prensa patria con la ‘crisis de Vox’, con esas facciones en liza que han sido bautizadas como ‘ala liberal’ y (horreur, paveur, espanteur) ‘ala falangista’. En el ‘ala liberal’ de Vox acampan quienes hasta ayer mismo eran unos fachas redomados; pero que, de repente, por ser más finos o hablar idiomas, se nos presentan como una suerte de (tímida) esperanza dentro del infierno troglodita de la ultraderecha atrozmente franquista y ultracatólica (o sea, el ‘ala falangista’).

Todo esto son delirios lisérgicos. La realidad es que Vox es un partido liberal: así lo declararon los fundadores del partido, con un énfasis lindante en la monomanía; y, en su posterior evolución, ha perseverado en su liberalismo, como se prueba incluso en algunas de sus propuestas más rabiosamente combatidas por la patulea sistémica, como el ‘pin parental’ o la oferta de la prueba del ‘latido fetal’. Y hay otras propuestas de Vox de un liberalismo radical, a veces jacobino (régimen administrativo del Estado), a veces incluso libertario (régimen fiscal). Ocurre, sin embargo, que en los planteamientos liberales de Vox se deslizan ‘semillas del Logos’ (intromisiones del derecho natural, o del mero sentido común) que ponen a la patulea sistémica como a la niña del exorcista.

Son esas ‘semillas de Logos’ las que resultan por completo inaceptables para el ‘consenso liberal’. Pues el liberalismo es por esencia ‘movilista’, necesita ‘progresar’ hacia nuevas metas, hacia nuevos derechos, hacia nuevos orificios, hacia nuevas aberraciones que impongan la creencia turulata de que la razón puede separarse (moverse) de la verdad inmutable de las cosas; y que ese movimiento es el auténtico ‘progreso’ humano. Y en el liberalismo antañón de Vox todavía anidan ciertas nociones que explican la naturaleza humana, inaceptables en una democracia avanzada como la nuestra. Tan inaceptables que sus miembros más pusilánimes o sensibles al aplauso social, acaban claudicando. A esto es a lo que la prensa patria llama el ‘ala liberal’ de Vox.

Y entonces, ¿qué se pretende cuando se exhorta a un partido liberal como Vox a no dejarse arrastrar por su ‘ala falangista’? Se pretende, simplemente, que el liberalismo de Vox se haga ‘movilista’, que participe del progreso que dinamiza la democracia, que no se atrinchere en propuestas antañonas. Es decir, que se subsuma en la ‘casa común’ de la derecha, sin necesidad siquiera de digestión. Para salir de su crisis, Vox tendría que dejar de ser liberal y dejar de cortejar al votante enfurruñado de la derecha ‘movilista’ (que siempre acaba volviendo a la movediza ‘casa común’), para encontrarse con los buscadores del Logos, de izquierdas, derechas, mediopensionistas o bueyes sueltos. Hacer algo así exigiría volver a nacer; pero esto es algo que se puede lograr incluso siendo viejo, como Jesús le enseña a Nicodemo.

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