Por Marcelo Ramírez
El partido ha comenzado, el primer tiempo finaliza con una decepcionante actuación del delantero que es el responsable de meter los goles en el arco rival. El DT (el Míster en algunos países) decide que se le acabó el tiempo y el goleador suplente debe entrar al campo de juego. Pero el problema no es que el 9 goleador juegue más, simplemente su equipo no funciona. Salir en el entretiempo lo va a mostrar como el responsable de la derrota cuando el resto de sus compañeros, empezando por el propio técnico, no han hecho las cosas bien.
No, no se equivocó estimado lector, no está leyendo un medio deportivo comentando un encuentro del fin de semana, está leyendo una nota sobre geopolítica centrada en la guerra en Europa entre Rusia y la OTAN.
El DT, con múltiples facetas, no es más que una metáfora de un modelo anglosajón que ha llevado a Ucrania a la ruina y pretende que junto con ella se inmole el resto de Europa, con el fin de poder desgastar a Rusia.
El país euroasiático es demasiado poderoso, sus fuerzas armadas, a contramano de lo que la prensa y las redes difunden, son extremadamente fuertes y no están perdiendo la guerra con Ucrania.
Nunca la estuvo perdiendo, desde un primer momento la misma se ha desarrollado según sus intereses. La guerra, como ya resulta obvio, es contra la OTAN, el campo donde se enfrentan es Ucrania, y es conveniente no perder este hecho de vista.
La OTAN es el brazo ejecutor de los centros de decisión ubicados en Washington y Londres, quienes ven al mundo con ciudadanos de distintas categorías. De segunda, los propios, porque de primera son solo las élites. Detrás de ellos están los europeos occidentales y en un último escalón los europeos orientales.
El resto tal vez ni siquiera sea considerado más que como herramientas y recursos a utilizar cuando la situación lo amerite.
Rusia se ha insubordinado y en Occidente, sus élites buscan dividir el gigantesco país en varios menores, tal vez 35, licuando así su poder y determinando el fin de esa molesta nación para sus intereses.
Ucrania es la elegida como punta de lanza para golpear a Moscú con el compromiso de la OTAN. A sabiendas de que Kiev solo puede aguardar como destino una derrota tan aplastante que terminará probablemente con la existencia misma del Estado ucraniano, tiene otras cartas para jugar.
Polonia es el jugador que precalienta a la espera de entrar y reemplazar a los maltrechos y exhaustos ucranianos. El precalentamiento es visible y por la intensidad, podemos observar que los tiempos en que pasará a tener protagonismo militar son inminentes.
El gobierno polaco se prepara para la guerra con enormes compras de armamento, a diferencia de Zelensky y los suyos, esta vez será occidental. El armamento heredado de los soviéticos ha sido destruido en la campaña militar de Ucrania.
Con motivo del Día del Ejército Polaco, ha exhibido una muestra militar con 200 unidades de equipos militares polacos y extranjeros, 92 aviones y 2.000 miembros del servicio. Algo que debería servir para que el ejército ruso quedara shockeado, pero obviamente esos números son insignificantes para Moscú. Bielorrusia es el otro país apuntado, pero Lukashenko ha recibido armas nucleares y a la PMC Wagner.
10.000 soldados en la frontera del aliado ruso son una muestra de las intenciones de Varsovia.
Polonia se rearma con la compra de 32 F 35 por 4.200 millones de dólares, 500 unidades de Himars por 10.000 millones, recibiendo ya 18 de estos lanzadores. 366 unidades de tanques estadounidenses Abrams, 116 M1A1, que se suman 250 M1A2 SEP v3 ya pedidos.
Varsovia ha ordenado 48 obuses blindados autopropulsados K9 A1 a un costo estimado de 200 millones la unidad.
Asimismo, ha adquirido 980 tanques coreanos K2 Black Panther con un valor de mercado de unos 8 millones el ejemplar. 48 aviones de combate FA-50 por 3.500 millones, sistemas de lanzadores múltiples de cohetes K239 Chunmo y 400 vehículos blindados de exploración KIA K-151 4×4.
También Polonia pretende sumar a sus fuerzas 1.400 vehículos de combate de infantería locales Borsuk, con capacidad de transporte para 6 personas. Esta adquisición ha despertado polémica, algunos lo consideran no más que una copia de similares occidentales construidos sobre materiales extranjeros, pero presentado como logro polaco. El costo alcanza un precio que se calcula entre 6 y 10 millones, muy superior a lo que debería valer si fueran competitivos en su fabricación. Entre otros ítems, Polonia ha invertido 2.160 millones en los misiles de la empresa europea MDBA, Camm y Launchers.
La cifra pondrá en serios aprietos a la economía polaca, no obstante, un envalentonado Andrzej Duda, ha afirmado que se debe detener a Rusia antes de que se sacrifiquen las vidas de los soldados estadounidenses. Duda dijo que Occidente necesitaba detener a Rusia ahora, antes de que “los soldados estadounidenses tengan que derramar su sangre y perder la vida en Europa para restaurar la paz y la libertad en el mundo”.
Sobredimensionando la amenaza de Bielorrusia, el ex primer ministro polaco, Donald Tusk, sostiene que el partido Ley y Justicia, del gobernante Duda, utiliza tácticas alarmistas para tener una mejor elección parlamentaria.
Independientemente de las rencillas internas, Polonia comete el mismo error de Ucrania al subestimar las capacidades de Rusia, mientras sobreestima las propias. Para empeorar el cuadro, confía en el apoyo de EE. UU. ante un enfrentamiento.
Bien harían los polacos en recordar la historia. La última vez que confiaron en Occidente fue en el acuerdo con Hitler, que terminó en una invasión de Alemania sobre su país. Si vemos cómo ha actuado EE. UU. en Vietnam o Afganistán cuando la situación se tornó desfavorable, Duda y sus amigos deberían ser precavidos y no confiar en un compromiso de los angloamericanos.
Si le quedan dudas, pueden observar como Ucrania fue conducida a la guerra por estos mismos países, como le negaron la posibilidad de un acuerdo en varias oportunidades y como ahora ya sugieren que Kiev necesita negociar y ceder tierras por la paz.
El juego es entre Rusia y EE. UU., Ucrania hoy y Polonia mañana, no son más que peones que ponen la carne de cañón para desgastar a Rusia y posibilitar un cambio de gobierno en Moscú. No importa entonces el costo en vidas humanas y destrucción en infraestructura, no lo sufren quienes toman las decisiones, sino los desdichados países que se prestan a este juego suicida.
Tanto hombres como territorio es ajeno. Hasta el momento han quemado en la acción el material soviético heredado y han aprovechado para vender la reposición occidental. Más aún, han entregado material propio anticuado que se herrumbraba en almacenes con décadas de existencia y obsoletos para la guerra moderna.
Las entradas de materiales modernos como los sistemas Patriot y los Leopard II A6, entre otros, fueron unos de los aspectos negativos para Occidente de la aventura ucraniana, dado el desprestigio sufrido. Estos sistemas eran presentados como los mejores y más eficientes del mundo, por eso su precio era considerablemente más caros que los fabricados por rusos o chinos, pero a la vista de sus rendimientos, esto quedó desmentido.
El otro punto negativo es que quedaron visibles los problemas de abastecimiento de producción occidental. Los arsenales de la OTAN se fueron vaciando a un ritmo muy superior al que deberían tener, dada su capacidad para la producción militar.
Polonia comienza a perfilarse para un enfrentamiento con una potencia nuclear, la mayor del planeta. Una potencia que, además, tiene una vieja rivalidad y que no tendrá las mismas contemplaciones que tuvo con Ucrania.
Esta última nación es considerada por Rusia como parte de un mismo pueblo, muchos señalan la guerra como una tragedia porque es una guerra interna. Con Polonia es otra historia, los viejos rencores, agravados por la sensación de desagradecimiento de Varsovia cuando fueron salvados de la Alemania nazi por los rusos. Moscú entiende haber entregado su sangre para defender a sus enemigos polacos y estos, una vez más, no han sido agradecidos.
Polonia hoy pretende recuperar las tierras ucranianas de influencia polaca en el oeste del país vecino, así como también su ambición se extiende hacia el centro del mismo.
Rusia, que ha iniciado un enfrentamiento sangriento para alejar a la OTAN de sus fronteras, difícilmente permitirá que esto suceda y no tendrá los frenos amistosos que ralentizaron la operación militar en Ucrania.
Esta vez podemos esperar una reacción extremadamente violenta rusa contra Polonia. Los analistas rusos creen que la OTAN no intervendrá en una guerra directa. Los anglosajones no quieren la destrucción en casa y no combatirán por Polonia.
La OTAN en su conjunto puede intervenir, pero eso a Rusia no le preocupa si no está en el medio EE. UU. Alemania parece incómoda en su suicidio económico y ahora, si la situación se extiende a Polonia, con la guerra en sus fronteras directas.
Francia tiene demasiados problemas en África y en su propio territorio para buscar más enemigos. El resto no tiene capacidades serias para enfrentar a Rusia.
La jugada es arriesgada, pero la situación cambiante. La segunda etapa de la guerra está por comenzar, Ucrania choca con sus últimas reservas contra la muralla defensiva rusa, quien se prepara a su vez para una ofensiva que al menos triplicará en fuerza a la inicial en febrero del 2022.
Esto sería contra un enemigo desgastado, las posibilidades de Ucrania de sobrevivir son realmente limitadas.
Rusia puede observar como los EE. UU. comienzan a buscar una tregua, cuando vea que dejan de llegar refuerzos a Ucrania seguramente comenzará una ofensiva final a bajo costo propio.
En definitiva, con una OTAN en retirada, no tiene más sentido soportar los ataques ucranianos. En este punto, los EE. UU. deberán decidir si finalmente mandan a combatir a Polonia o aceptan las exigencias rusas de retroceder a las fronteras del 97. Y tal vez más.
Las autoridades de Varsovia se enfrentarán al mismo dilema de Zelensky, y al igual que aquel, están ensoberbecidas y no sopesan el riesgo que enfrentan.
El resto de Europa debe prestar atención y actuar en consecuencia, el tiempo corre y la situación se pone más tensa que nunca. ¿Estarán dispuestos a seguir el camino de Ucrania o aceptarán que el mundo cambió y la hegemonía se terminó?
Su existencia depende de ello.
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