Los líderes de los países y la sombría agenda de control de Davos. Parte I – Por Alejandro Pagés

Los líderes de los países y la sombría agenda de control de Davos
Parte 1: Dinero e Identidad Digital, pases sanitarios, rastreo de la huella individual de carbono, suspensión mundial de los derechos constitucionales y creación de una nueva sociedad
Por Alejandro Pagés

En noviembre de 2022 se llevó a cabo la reunión del G20 en Bali, Indonesia. Como cabía esperar, las declaraciones de su documento final, rubricadas por los mandatarios de los principales países del mundo, podrían fácilmente haber sido copiadas, hasta en la menor de sus ambigüedades terminológicas cuidadosamente diseñadas, de cualquier documento de los emanados periódicamente desde el Foro Económico Mundial (WEF), el Banco Mundial o la ONU. Después de todo, el G20 no es una creación de los presidentes de sus respectivos países integrantes, sino de banqueros y técnicos económicos para afrontar los desafíos de la “gobernanza global” en los albores del siglo XXI. Las preocupaciones por pretendidas “amenazas globales” reflejadas en el documento no son tales, sino el subterfugio para una tramposa hoja de ruta cuidadosamente diseñada, al servicio de una remodelación del mundo en el que vivimos, el Gran Reseteo pregonado por Klaus Schwab. El modelo al que se pretende arribar al final del proceso (situado tentativamente, en una primera etapa, en el 2030) es dado a conocer de forma pública, gradualmente, en las reuniones del Foro Económico Mundial, el cual trató exactamente los mismos temas sobre los que giró la cumbre del G20 en su reunión de 2023, dos meses después.

Esta “agenda” es presentada a veces como la consecuencia inevitable de ciertos avances tecnológicos, entonces adopta el nombre de Cuarta Revolución Industrial. Otras veces se la presenta como una serie de objetivos generales muy ideales a cumplirse en un mediano plazo, en apariencia tan positivos que nadie podría oponerse a ellos, en los cuales es necesario invertir un esfuerzo mancomunado mundial, y es llamada entonces Agenda 2030. Pero en realidad basta seguir detenidamente las declaraciones de sus mismos promotores para notar que detrás de las palabras bonitas dirigidas al público general se ocultan objetivos muy concretos, y que el modelo al cual aspiran es mucho más ambicioso, sobrepasando ampliamente meras cuestiones económicas y políticas. Es directamente un nuevo paradigma o modelo del mundo, la sociedad y el ser humano.

Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial (donde se reúnen los representantes de los grandes bancos, empresas multinacionales, organismos internacionales y los líderes de los principales países) es tal vez uno de los expositores más explícitos de esta “agenda”, especialmente en su libro La Cuarta Revolución Industrial, publicado por Forum Publishing en 2016, y El Gran Reset, en 2020. Esta Cuarta Revolución Industrial “no sólo cambiará el “qué” y el “cómo” de lo que hacemos, sino también el “quién” somos.” (La Cuarta Revolución Industrial, p. 8), transformando a todas las sociedades del mundo entero. La misma se producirá cuando los últimos descubrimientos en secuenciación de genes, nanotecnología, energías renovables y computación cuántica se “fusionen” e interactúen “a través del dominio físico, digital y biológico” (p. 12). En 2020 agregará “La pandemia nos ofrece una oportunidad: representa una excepcional pero estrecha ventana de oportunidad para reflexionar, reinventar y reajustar nuestro mundo.” (Covid-19: The Great Reset, p. 98).

En un futuro “ideal”, Schwab y los ideólogos que le dan letra esperan que la aplicación masiva a nuestra vida cotidiana de la nueva nanotecnología y la edición genética (campos que tienden a confluir en la intervención tecnológica a nivel celular de los seres vivos), junto a los avances en nuevos materiales e Inteligencia Artificial, prácticamente sumerjan a cada individuo sobre el planeta en un vasto conjunto interconectado de personas y datos digitales, en ciudades con entornos “inteligentes”, transacciones digitales, rastreo individualizado de datos, vehículos autónomos, Realidad Aumentada y cerebros unidos a computadoras. “Algunos diseñadores y arquitectos ya están mezclando diseño computarizado, impresión 3-D, ingeniería de materiales y biología sintética para sistemas pioneros que involucran la interacción entre microorganismos, nuestros cuerpos, los productos que consumimos, e incluso los edificios que habitamos. Desde el punto de vista político, social y administrativo, su ideal sería arribar a una masa humana regulada con la ayuda de la Inteligencia Artificial por un solo Gobierno Global, del cual los gobiernos nacionales serían apéndices administrativos con poca capacidad de decisión. “Cada vez más, los gobiernos serán vistos como centros de servicio público que serán evaluados en función de su capacidad para expandir el servicio entregado de la manera más eficiente e individualizada. En última instancia, es la capacidad de adaptación de los gobiernos lo que determinará su supervivencia. Si abrazan un mundo de cambios exponencialmente disruptivos (…) lo aguantarán. Al hacerlo, sin embargo, se transformarán completamente en células de poder mucho más delgadas y más eficientes” (La Cuarta Revolución Industrial, p. 67). Una Moneda Digital Global y la robotización avanzada del trabajo serían esenciales para crear el andamiaje de esa regulación colectiva.

Este gobierno global de los banqueros dueños de las corporaciones ha sido presentado a menudo como una “teoría conspirativa” propia de la ciencia ficción ciberpunk, pero hoy en día es promovido a la luz del día en los foros dedicados al tema y en documentos como la declaración del G20 que analizaremos. Esta pretendida regulación de la actividad humana por una autoridad invisible central, que se lograría mediante la introducción de tecnología digital en cosas y personas, llevando al máximo el principio del panóptico de Foucault, podría llegar incluso (Schwab lo dice sin tapujos) al control mental, el cual quedaría habilitado no bien se implementen las interfaces cerebro/máquina y la Internet del Cuerpo Humano.

Dicho de otra manera, la interconexión tecnológica de todos los individuos, que comenzaría probablemente por el dinero digital, buscaría avanzar en todos los campos, hasta derribar incluso las barreras físicas de la biología mediante la introducción de nanotecnología y nanobots en el cuerpo. (1) Esto permitiría la creación de un “ecosistema digital”, una capa de realidad virtual y tecnológica artificial entrelazada con la realidad física y biológica, nueva capa de la cual nos volveríamos totalmente dependientes para trabajar, ir al médico, manejar nuestro dinero, movilizarnos, etc. Por supuesto, tratándose de una realidad no natural, sería controlada por sus creadores y dueños. Serían mucho más que los dueños de los recursos o los medios de producción, serían los mismos creadores de la “realidad”, dentro de la distopía tecnológica que nos proponen. (2)

No exageramos en nada al presentar así estos objetivos a mediano y largo plazo, pues ellos mismos los presentan con palabras similares, aunque naturalmente más cuidadosas y elusivas, pero que no dejan de ser asombrosamente explícitas. No hace falta por lo tanto intentar descifrar ninguna “conspiración” oculta, porque están procediendo a la vista de todos. Sólo hay que leerlos.

Si uno lo piensa un poco, llega a la conclusión de que detrás de un proyecto de semejante envergadura debe existir obligadamente algún tipo de ideología o visión del mundo. Debe haber al menos un grupo más consciente, que logra insuflar sus objetivos dentro de los objetivos de los demás actores principales, sin lo cual no sería posible una acción sostenida a largo plazo. Esta ideología tiene su faceta más entusiasta y visible en el transhumanismo adorado casi como una fe revelada por individuos como Nick Bostrom, Jerome Glenn, Philippe Van Nedervelde (uno de los principales creadores de mundos virtuales o metaversos), Elon Musk, Mark Zuckenberg (quien además de ser dueño de Facebook, realiza grandes inversiones en la creación de mundos virtuales y ha ensayado una moneda virtual) o Peter Thiel (fundador de PayPal, donde también comenzaron su carrera Zuckenberg, Elon Musk, y los creadores de Youtube, Linkedin y Change.org). Hay que sumar a ellos a todos los directivos de Google (Sergei Bin, Eric Schmidt, Ray Kurzweil, Bill Maris, Sundar Pichai). Naturalmente, las enormes bases de datos de Facebook y Google, que registran modelos de comportamiento colectivos, contribuyen de manera fundamental al desarrollo de la Inteligencia Artificial con aprendizaje propio, pieza central del sistema que se busca desarrollar.

Personas como Ray Kurzweil, especialista en el funcionamiento del cerebro, nos explican con toda tranquilidad en libros y charlas TED al alcance de todos en la web, que en un futuro nuestro cerebro se potenciará enganchándolo a la “nube” manejada por computación neuromórfica ultra-rápida, y con la emoción de un falso profeta, nos anuncia cómo con ayuda de la tecnología podremos transformar la misma materia de los objetos que nos circundan en procesadores de datos, y evolucionar de esa manera hacia una “especie superior” (tal vez una suerte de ente colectivo). Luego podríamos lanzar nano-robots inteligentes con conexión inalámbrica por todo el Cosmos, otorgándole de esa manera, en un acto demiúrgico, una conciencia hipostasiada de nuestros cerebros al Universo entero, desprovisto de ella.

Kurzweil es considerado un extremista entre sus colegas, al igual que Peter Thiel es considerado alguien despreciable y a la vez admirado entre los empresarios informáticos de Silicon Valley, pero eso no impide que hayan ganado una posición muy destacada dentro de los grupos que planean el sistema futuro. Lo que queremos señalar con estos comentarios es que no se llegaría a un cambio semejante en el mundo entero por una simple espontaneidad de la acumulación del capital, los avances tecnológicos o por la inercia de los procesos sociales, aunque por supuesto en la etapa actual el curso de todos estos procesos permite y favorece estos planes, pero eso no quita que de todas maneras el sistema propuesto necesita sus arquitectos y ejecutores conscientes para poder hacerse realidad, e incluso necesita de la colaboración de todos nosotros.

Lo “conspirativo” del asunto, o mejor dicho la conspiración real, se da porque lo que hemos dado en llamar “la agenda de Davos” tiene aristas más que inquietantes, por lo tanto no es presentada abiertamente para que todos se sumen voluntariamente, sino que se la ejecuta con excusas, presentando escenarios que son más catastróficos cuanto más profundos y sistémicos son los cambios que se planean. Ello es un primer signo para desconfiar de sus intenciones, y es lo que explica que se nos azote constantemente desde los corruptos medios de comunicación con la alarma de catástrofes inminentes muy dudosas, para las cuales hay sólo una solución, que es la que conduce a la consumación de esa agenda en diferentes áreas. Hay que reconocer que ello se ejecuta con mucha habilidad.

En la actualidad hay diferentes equipos encargados de planificar los cambios tecnológicos y sociales en cada área, que se reúnen periódicamente en Davos y otros congresos globales, como la Cumbre del Gobierno Mundial de 2022 en Dubai. En la página del Foro Económico Mundial se enumera una serie de grupos de trabajo que comienzan con las palabras “Modelando el futuro…”: Modelando el futuro de la producción y la manufactura avanzada; del consumo; de la economía digital; de la energía, de los nuevos materiales e infraestructura; del sistema financiero; de los “bienes públicos globales”; de la salud; de los medios; de la movilidad; de la Inteligencia Artificial con Aprendizaje Automático; de la Internet de las Cosas y la transformación urbana; y de la Nueva Economía y la Nueva Sociedad.

En concreto, se busca el reemplazo y control de la matriz energética y productiva (automatización de la producción con I.A. avanzada, energías “limpias”, red eléctrica inteligente); el reemplazo y control del dinero (dinero digital); el control de los alimentos (alimentos genéticamente modificados con tecnología digital incorporada); la introducción de la tecnología de vigilancia individualizada; el control del transporte y los desplazamientos (vehículos completamente autónomos controlados por I.A., restricciones a los desplazamientos por motivos sanitarios y ecológicos, ciudades de 15 minutos, delivery con drones); la modificación y control de los individuos y poblaciones (este rubro incluye las “ciudades inteligentes”, o sea un entorno interactivo omnipresente, los dispositivos de monitoreo invasivos, la edición genética y también la creación de “quimeras” y las hibridaciones humano-máquina del transhumanismo) y por último el desarrollo de un Gobierno Mundial, que con ayuda de la Inteligencia Artificial regularía a nivel global este sistema digital omnipresente e hiperconectado.

Para cumplir con los objetivos fijados de manera relativamente rápida y manteniendo el control se han diseñado dos grandes excusas, principalmente, y hay que entender que son eso, excusas, independientemente de sus elementos reales, los cuales por otra parte parecen ser cada vez menos a medida que se los investiga: por un lado futuras pandemias (una amenaza a la vida individual y colectiva) y por otro el cambio climático (una amenaza a la subsistencia del planeta). Se plantean además otras múltiples “crisis” derivadas de estas: Crisis alimentaria, energética, etc.

Estas consideraciones, relacionadas con asuntos que la mayoría de la gente ignora, permiten hacer otra lectura de documentos como el emanado de la última reunión del G20. Luego de esta indispensable introducción general pasaremos a ver, en las próximas entregas de esta serie, los principales temas tratados en la declaración del G-20, y su relación con la Agenda de Davos.

 


(1) O bacterias diseñadas, o nanopartículas que transporten drogas, o ADN de diseño capaz de funcionar como circuitos de una red de computación intracorporal… El rango de posibilidades es inmenso.

(2) Para un vistazo general de esa propuesta resumida en un solo lugar puede consultarse con provecho El próximo paso: La vida exponencial, folleto-libro de corte transhumanista publicado por el BBVA, especialmente el artículo de Joseph A. Paradiso, del M.I.T Media Lab, El cerebro sensorial aumentado. Cómo conectarán los humanos con el internet de las cosas, e Hiperhistoria, la aparición de los sistemas multiagente (SMA) y el diseño de una infraética, de Luciano Floridi, de la Universidad de Oxford. El libro aborda los desafíos de los nuevos cambios tecnológicos y describe el modelo del mundo futuro planeado desde las “élites” internacionales, a través de artículos de diferentes autores. Fue publicado luego de que el presidente del BBVA, Francisco Gonzalez, asistiese a la reunión del Foro de Davos de 2016, donde Schwab presentó su libro La Cuarta Revolución Industrial.

Luciano Floridi llama a este período futuro de la humanidad con un término curioso que no explica: “hiperhistoria” o “salida de la historia”, una palabra con cierto resabio mesiánico que trae ecos tanto del “fin de la historia” de Fukuyama como de la sociedad sin clases y sin conflictos (“la lucha de clases es el motor de la historia”) del Manifiesto Comunista. “En la hiperhistoria hay TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), que registran, transmiten, pero sobre todo procesan datos de forma cada vez más autónoma, y las sociedades humanas dependen de ellas y de la información como recurso fundamental. El valor añadido llega cuando pasamos de relacionarnos con las TIC a depender de ellas. Ya no podemos desenchufar nuestro mundo de las TIC sin apagarlo totalmente.

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