Por Rocío Orizaola
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, no gusta en Europa: es descrito como una fiera salvaje que busca perseguir a la comunidad LGTBI, negacionista, ultra y que va en contra del progreso. Sobra decir que lo único que hace Orbán es defender su Constitución sobre la europea y su soberanía, no estar dispuesto a dejar que los niños y jóvenes sean adoctrinados, defender la vida y la familia y ser fiel a sus principios cristianos.
Europa ha chantajeado en incontables ocasiones a Hungría, pero la última ha sido esta semana. Casualmente una vez han pasado las elecciones, con el significativo crecimiento de los partidos conservadores, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) multa al país por incumplir la legislación migratoria de la UE con 200 millones de euros y una multa coercitiva de un millón de euros por cada día que no cambie la legislación.
En una entrevista durante el fin de semana, Orbán ha asegurado que su país pagará la multa millonaria pero que lo hará de una manera que “le duela a Bruselas”, “No podemos no pagar”, reconoció el líder húngaro, aunque anunció que está pensando en una solución que sea “más dolorosa para Bruselas que para Hungría”.
Orbán subrayó que se trata de una multa “impactante y demente” y que se trata de un nuevo “chantaje”. Según Bruselas la negativa de Orbán de tener el coladero que tiene el resto de Europa con la inmigración es una amenaza para la unidad del Derecho de la Unión que afecta de manera extraordinariamente grave tanto a intereses privados, en particular a los de los solicitantes de asilo, como al interés público. Pero Orbán ya ha adelantado que no cederá ante las presiones y que seguirá luchando porque Hungría sea un país seguro.
Además, atacó nuevamente a Soros, señalándolo como responsable de este tipo de sentencias: “La sentencia fue dictaminada por el Tribunal de Soros. Bruselas está llena de gente de Soros”, y aseguró que el magnate estadounidense de origen húngaro quiere que la “Europa cristiana” se convierta en un continente de población “mixta”.
“Bruselas no tiene derecho de decirnos con quién debemos vivir”. “Nos hemos gastado 200 millones de euros en proteger a Hungría, en que Hungría sigue siendo húngara”.
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