Por Ricardo Vicente López
«La fuerza es el derecho de las bestias»
Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.)
jurista, político y filósofo romano.
Comienzo con un comentario respecto a cómo me cayeron a mí las diversas lecturas que hice alrededor del tema del dinero para la guerra. Debo decir, como primera sensación: a mí me chocó la impudicia con la cual, los investigadores más importantes, con prestigio intelectual bien ganado, abordan temas tan delicados. Mi primera reacción fue querer conocer a quienes se mueven en estos espacios políticos y cuáles son sus opiniones. El mundo actual está sumergido en las publicaciones sobre la guerra de Rusia y Ucrania. Todo lo que se publica sobre este conflicto está teñido por los intereses en juego. En casos como este me aferro a la sabiduría de un dramaturgo de la Grecia antigua, Esquilo (526- 456 a. C) que sentenció: “En la guerra la primera víctima es la verdad”. Hoy podemos verlo en los medios hegemónicos de comunicación que manipulan la información a través de la mentira y la desinformación [[1]], buscando imponer el pensamiento único y el monocultivo de las mentes.
Sin embargo, para los autores e investigadores, que he leído, este es un tema que no les quita el sueño, lo manejan con la frialdad de un cirujano en el quirófano. Por esta razón, amigo lector, debo hacerle una primera advertencia para que sus naturales reacciones éticas no lo aparten de las lecturas que le voy a proponer. Creo que debemos saber todo esto para formarnos una opinión, lo más certera posible, acerca de lo que está pasando y las posibles consecuencias de todo ello. En primer lugar, a mí me sorprendió la indiferencia con la que hablan de cantidades enternecedoras de dinero, ¡de muchos ceros! (como ellos las nombran)… sin expresar la menor sensibilidad. Las publicaciones a las que accedí no son en su mayor parte de distribución masiva, ni los medios importantes publican gran cosa sobre estos temas. Es por ello que creo tener la obligación de poner gran parte de esta información al alcance del ciudadano de a pie.
Voy a comenzar a tratar el tema con la cita de una nota del Instituto Quincy para el arte de gobernar responsable. Antes de avanzar quise saber qué es esa institución. Wikipedia dice:
«El Quincy Institute for Responsible Statecraft es un grupo de expertos estadounidenses, fundado en 2019 y ubicado en Washington, DC, que lleva el nombre del expresidente estadounidense John Quincy Adams [[2]]. Se percibe en sus líneas un tono “realista” y ser un defensor de la “moderación”, en la política exterior de Estados Unidos».
Un dato nada satisfactorio es el origen de las fuentes de financiación que confiesan:
«El financiamiento inicial para el grupo, lanzado en noviembre de 2019, incluyó medio millón de dólares cada uno: de Open Society Foundations, de George Soros, de Koch Foundation y de Charles Koch. El instituto informa que la financiación también ha venido de otras organizaciones y donantes individuales. El instituto se distingue de muchos otros think tanks en Washington, DC por negarse a aceptar dinero de gobiernos extranjeros».
Esta información debe ponernos sobre aviso respecto de las limitaciones y los sesgos ideológicos de la institución. Sin embargo, en temas tan graves como la política de guerra de los EEUU se confiesan muy firmes opositores al ala más dura de la Casa Blanca y la del Pentágono. Informan sobre las posiciones que el Instituto adopta en cada caso, en su página https://quincyinst.org/about con estas palabras:
«Como institución de investigación, exponemos las peligrosas consecuencias de una política exterior estadounidense excesivamente militarizada e irresponsable y presentamos un enfoque alternativo que promueve la propiedad y la resolución de problemas locales. Conectamos y movilizamos una red de expertos en políticas y académicos que se dedican a una visión de la política exterior estadounidense basada en la restricción militar en lugar de la dominación».
El comentario siguiente de esa página plantea una crítica severa a los “halcones” de la Casa Blanca y del Pentágono. Esto alienta a que leamos sus investigaciones, por las importantes informaciones que muestran:
«Los fracasos prácticos y morales de los esfuerzos de EEUU, para moldear unilateralmente el destino de otras naciones por la fuerza, requieren un replanteamiento fundamental de los supuestos de la política exterior de EEUU. Lo mismo ocurre con el surgimiento de un mundo multipolar en el siglo XXI donde el poder económico debe compartirse de manera más equitativa entre las naciones. Sin embargo, la fuerte influencia del “complejo industrial militar” [[3]], sobre el cual ya advirtió el presidente Eisenhower del grave peligro que encierra, ha llevado a una situación en la que el debate sobre política exterior dentro de Washington está intencionalmente restringido y no incorpora la diversidad de puntos de vista necesarios para ese replanteamiento».
Sigue más adelante definiendo los objetivos generales de las investigaciones que luego se publican en sus páginas. Estas plantean con claridad su oposición a las líneas generales de la política exterior actual de los EEUU:
«El Quincy Institute tiene como objetivo liderar esta reconceptualización y hacerlo de una manera que sirva tanto a los vitales intereses estadounidenses como al interés compartido más amplio de crear un mundo más justo y pacífico. Creemos que una política exterior que enfatice la moderación militar, el compromiso diplomático y la cooperación con otras naciones servirá a los intereses y valores estadounidenses mejor que las políticas que priorizan el mantenimiento del dominio global de EEUU a través de la guerra».
Uno de los investigadores de ese Instituto, William D. Hartung – Director del Proyecto de Armas y Seguridad del Centro de Política Internacional; Investigador principal en la New America Foundation, y del Programa de Estrategia Estadounidense; especializado en temas de proliferación de armas, en economía del gasto militar y en enfoques alternativos a la estrategia de seguridad nacional, escribió una nota, que publicó en la página https://quincyinst.org. Esta lleva el sugestivo título Hipocresía armada. Afirma en ese artículo:
«Los principales fabricantes de armas ganan dinero en todo el mundo, no solo en Ucrania. Estos son buenos tiempos para ser un fabricante de armas. No solo decenas de miles de millones de dólares en nuevos gastos militares se dirigen a las arcas de los contratistas de armas más grandes de este país, sino que también son elogiados como defensores de la libertad y la democracia, gracias a su papel en armar a Ucrania para luchar contra los rusos.
El CEO de Raytheon [[4]], Greg Hayes, en una entrevista con Harvard Business Review, respondía a las críticas de que su empresa se beneficia de un aumento en las ventas en este momento:
Mira, no nos disculpamos por hacer estos sistemas y hacer estas armas. El hecho es que son increíblemente efectivas para disuadir y enfrentar la amenaza que los ucranianos están viviendo hoy… sostengo que estamos allí para defender la democracia y el hecho es que eventualmente veremos algún beneficio en el negocio con el tiempo”».
Agrega que en los últimos tiempos no ha habido una transferencia de armas de EEUU a otro país como la última destinada para Ucrania. Cuando terminó la semana pasada, el Congreso puso su sello de aprobación en un paquete de ayuda de $ 40 mil millones, ($ 7 mil millones más de lo que incluso el presidente Biden había pedido). Alrededor del 60% será para “asistencia de seguridad”, es decir, armamento de casi todos los tipos imaginables, desde misiles antitanque y drones hasta obuses de largo alcance. Tales números evidencian que ese dinero abandonó instantáneamente a los países a los que Estados Unidos estaba brindando asistencia militar en 2021.
Amy Goodman [[5]] comenta:
«No queda la menor duda de que Ucrania es el mayor receptor de ayuda militar estadounidense en décadas. Como lo expresó El Correo de Washington recientemente, en estos últimos meses Ucrania se ha convertido en “el mayor receptor del mundo de asistencia de seguridad de EE. UU., recibiendo en 2022 más de lo que Estados Unidos destinó para Afganistán, Irak o Israel en un solo año”. Y cuente con una cosa más: “esto puede ser solo el comienzo de un conflicto demasiado cercano al corazón de Europa y que no muestra signos de terminar en el corto plazo”. Entonces, independientemente de lo que se piense de esa guerra, ¿por qué no levantar una copa por sus ganadores instantáneos? No me refiero ni a Rusia, ni a Ucrania, con un porcentaje asombroso de su población que ni siquiera vive en sus propios hogares y su economía está diezmada. De hecho, estaba pensando en los únicos ganadores obvios del premio mayor en ese desastre en curso: el complejo militar-industrial con una importante participación del Congreso y, especialmente, como en TomDispatch regulary [[6]] deja sorprendentemente claro hoy, el experto del Pentágono William Hartung: “nuestras corporaciones más grandes de fabricación de armas están en una racha”, una carrera por nuestro dinero que él pone muy tristemente en contexto en un planeta que no necesita una guerra más».
[1] Según el Diccionario de la RAE: «Dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines; dar información insuficiente u omitirla.
[2] John Quincy Adams (1767-1848) puso en marcha la política de hegemonía estadounidense en América conocida con el nombre de Doctrina Monroe; “América para los americanos” se entiende el por qué de ese nombre.
[3] El discurso, en aquel momento, captó inmediatamente la atención de todos debido a una oración que se refería al ‘complejo militar-industrial’, una frase maravillosa que resultaba llamativa “viniendo de un general condecorado con cinco estrellas”.
[4] Es una gran corporación industrial, una de los contratistas de defensa militares más grandes de los Estados Unidos. Más del 90% de las ganancias provienen de contratos de defensa, es el quinto contratista de defensa del mundo y el cuarto más grande en los Estados Unidos por sus ganancias.
[5] Es la locutora, periodista, columnista y escritora progresista estadounidense, presentadora de Democracy Now!, un programa global de noticias, emitido diariamente en radio, televisión e Internet.
[6] TomDispatch.com es una publicación basada en la web cuyo objetivo es proporcionar “un antídoto regular para los principales medios de comunicación”.
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