El nuevo paradigma de bioseguridad. El Foro de Davos, DARPA y las plataformas de ARNm – Por Alejandro J. Pagés

Por Alejandro J. Pagés

DARPA y las plataformas de entrega de ARNm

En el 2010 Derrick Rossi, de la Universidad de Medicina de Harvard, mejoró la técnica que permite introducir ARNm artificial en el cuerpo humano sin que sea destruido por el sistema inmune (ideada por Drew Weissman y Katalin Karikó). El descubrimiento parecía tan prometedor que Rossi, Robert Langer (del M.I.T.) y Noubar Afeyan, dueño de la firma de capital de riesgo Flagship Ventures, fundaron ModeRna. Sin embargo, estos investigadores no habían pensado originalmente en aplicar esta tecnología de ARNm al desarrollo de vacunas, lo cual era considerado unánimemente en su época algo muy riesgoso y poco prometedor. Rossi quería utilizarla para obtener células madre, y Weissman y Karikó para revertir enfermedades genéticas raras. Fue la Agencia de Investigación Avanzada de Defensa del Pentágono (DARPA), a través de su Oficina de Tecnologías Biológicas (BTO), quien decidió financiar el desarrollo de “nuevas vacunas” que utilicen esta tecnología, y comenzó a invertir millones de dólares en ello, con el auxilio de las agencias especializadas de investigación biomédica del Departamento de Salud de los EEUU (NIH).

Las investigaciones de DARPA han llevado al desarrollo de Internet, el GPS y mucha de la tecnología de los teléfonos móviles, pero estos desarrollos tecnológicos al menos se encuentran dentro de su área de competencia, sin embargo, ¿por qué el Pentágono se ocupó de desarrollar vacunas, lo cual está fuera de su área de interés, que en todo caso serían las armas biológicas? Esa es realmente una pregunta intrigante.

Ya en 2006 DARPA había lanzado el programa Predecting Health and Disease (PHD) buscando detectar los síntomas ocultos de una enfermedad antes de que ésta se desarrolle. El programa estaba enfocado especialmente en “patógenos virales de las vías respiratorias superiores”. Este programa llevó a la creación de la Oficina de Tecnologías Biológicas. En 2010, DARPA organizó un programa con un presupuesto de 100 millones de dólares denominado Ángel Azul para investigar y descubrir nuevas tecnologías de vacunas. En el marco de ese programa puso a prueba su capacidad de fabricar vacunas rápida y masivamente, anunciando que había logrado fabricar 10 millones de dosis de una vacuna contra la influenza en un mes. Su programa Accelerated Manufacture of Pharmaceuticals, del mismo año, se dedicó al desarrollo de antígenos artificiales inyectables para “futuros virus desconocidos”, creando la base material para las vacunas de ARNm.

En 2011, mediante el programa ADEPT, DARPA comenzó la financiación del sector privado para el desarrollo de vacunas de ADN y ARNm. Sus generosas financiaciones hicieron posibles los primeros ensayos en este campo de todas las compañías que experimentaron con el mismo. Financió a una de las primeras empresas en desarrollar vacunas de ARN mensajero, CureVac (en colaboración con el conglomerado franco-alemán Sanofi), a la cual otorgó en 2011 un contrato de 33 millones de dólares para promover la plataforma de tecnología de ARNm y vacunas de ARNm para patógenos no revelados. Uno de los principales financistas de CureVac es la Fundación Bill y Melinda Gates. En 2013 le dio un contrato de 25 millones a ModeRna para la investigación de “enfermedades infecciosas emergentes y amenazas biológicas diseñadas”. Ese mismo año, DARPA y BARDA (la agencia de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado del Departamento de Salud de EEUU) financiaron a Novartis, para probar las vacunas experimentales de ARNm durante un brote de una cepa muy agresiva de influenza aviar (H7N9) en China. BARDA le dio a ModeRna, en 2016, 125 millones de dólares para la investigación de una vacuna de ARNm contra el virus del Zika. La Fundación Bill y Melinda Gates le había dado por su parte otros 100 millones ese mismo año. En 2015 DARPA financió a Innovio (de EEUU), empresa especializada en el desarrollo de ADN sintético, con 57 millones de dólares para el desarrollo de vacunas de ADN.1 2

Asimismo DARPA, desde la BTO, desarrolló el programa Plataforma para Preparación de Pandemias (P3) en 2018, antes de que hubiese ninguna pandemia de Covid-19 a la vista. El programa se centraba en desarrollar una respuesta ultrarrápida, en sólo 60 días, a un nuevo patógeno que se extendiese mundialmente, mediante la “búsqueda de métodos novedosos para acelerar dramáticamente el descubrimiento, la integración, las pruebas preclínicas y la fabricación de contramedidas médicas contra enfermedades infecciosas”, especialmente “cantidades relevantes de dosis (…) codificadas por ADN y ARN”3

Pero DARPA no sólo es el inventor y financiador de las plataformas de ARN mensajero utilizadas en las nuevas vacunas, y el encargado de fabricar el componente activo (es decir de programar las “instrucciones génicas”) de la vacuna de ModeRna, dentro del programa Warp Speed. También se ha involucrado activamente en la “prevención de brotes infecciosos”. Después de todo, es natural que los militares no aborden una epidemia como un asunto médico que requiere soluciones médicas, sino como un asunto militar o una “guerra contra un enemigo invisible”, según la fraseología que ya se ha instalado. Bajo esta óptica, una pandemia ya no es más enfocada como un problema de salud, donde la principal preocupación es curar a los enfermos y prevenir que contagien a los demás, sino como un asunto de seguridad, que implica suspender las garantías constitucionales mediante un “estado de excepción” prorrogable todo el tiempo necesario, y ejercer la vigilancia y control sobre los movimientos de todos los individuos y sobre sus cuerpos (sanos o enfermos) con excusas de “seguridad sanitaria”.

BARDA, junto a Johnson y Johnson, ha lanzado el programa Caballero Azul para “mejorar la seguridad sanitaria global” y “gestionar de forma eficaz las futuras amenazas infecciosas”4. DARPA está desarrollando junto a MRIGlobal detectores rápidos de patógenos, que pueden detectar hasta mil patógenos a la vez, y pruebas preclínicas que miden la respuesta del cuerpo a cualquier infección viral indistintamente. Dentro del marco del programa SIGMA+ (que desarrolla sensores para detectar amenazas de armas radioactivas, explosivas y biológicas), DARPA desarrolló sensores de patógenos aéreos para aulas y oficinas, que planea extenderse a grandes espacios como aeropuertos, hospitales y al transporte público. La mayoría de estos programas ya existían mucho antes de 2020, y fueron oportunamente redireccionados al surgir la “inesperada” cepa de SARS-Cov 2. La Comisión Europea ha anunciado también la creación de una agencia propia de investigación biomédica avanzada, que tomaría como modelo la BARDA estadounidense, para poder responder instantáneamente y de forma protocolizada a “amenazas y emergencias transfronterizas, ya sean de origen natural o deliberado”5.

El nuevo paradigma de bioseguridad

Flagship Pioneering, el grupo dueño de ModeRna, junto a Eurasia Group, organizó el 8 y 9 de julio de 2021 una cumbre horas antes de la reunión del G7, cuyo tema central ese año era la preparación para las próximas pandemias. La cumbre se tituló Un nuevo enfoque radical sobre la seguridad en salud, enfoque que es presentado como “un nuevo paradigma para un mundo post-pandemia”. A la cumbre asistieron políticos y empresarios de todo el mundo como Kristalina Georgieva (presidenta del FMI), Matt Hancock (Secretario de Estado de Salud del Reino Unido), Kyriakos Mitsotakis (Primer Ministro de Grecia), Stéphane Bancel, (CEO de Moderna) y Albert Bourla (CEO de Pfizer). Como se anuncia en la invitación al evento, el grupo especializado en biotecnología “ha publicado un libro blanco que establece una agenda global de Medicina Preventiva que se centra en prevenir la enfermedad en lugar de esperar para tratar la enfermedad una vez que se ha manifestado. El documento describe lo que implicará este nuevo enfoque, incluida la maximización del uso de las ciencias biológicas y las nuevas tecnologías; cambios en las relaciones entre los individuos, el sector privado y el Estado; y los tipos de nuevos marcos políticos, financieros y regulatorios necesarios para llevar a cabo esta ambiciosa agenda6.

Este documento, llamado Health Security and Beyond: A New Paradigm for a Post-Pandemic World marca las bases fundamentales del nuevo paradigma de bioseguridad. Sus autores son: Noubar Afeyan (director de Flagship Pioneering), el barón Ara Darzi de Denham y Ian Bremmer, presidente y fundador de Eurasia Group. Naturalmente los autores dan por sentado, al igual que Bill Gates, que habrá futuras pandemias “inevitablemente” y serán peores. “Hay buenas razones para creer que una futura pandemia podría ser mucho peor que el Covid-19. Es aleccionador considerar que el coronavirus es un patógeno comparativamente benigno: si tuviera la infectividad del sarampión y la tasa de letalidad del MERS, cientos de millones habrían muerto, y las economías nacionales se habrían derrumbado”. Y por supuesto, la única solución para estas pandemias futuras inevitables será crear vacunas para vacunar a toda la humanidad en el tiempo más corto posible (¿acaso los dueños de ModeRna propondrían otra cosa, cuando han pasado de cero ingresos a más de 8.000 millones de dólares en ventas ya aseguradas hasta fines del 2022?) La inversión en medicamentos o tratamientos para los enfermos apenas es mencionada.

La estrategia propuesta sigue tres caminos: El primero es vigilar estrechamente las nuevas cepas que vayan apareciendo (en el caso de los virus de tipo gripal son cientos, continuamente) y tener preparada lo más rápido posible una vacuna contra las mismas. La segunda es intentar predecir la próxima cepa que emergerá, para lo cual Flagship ya dispone de una Inteligencia Artificial llamada Octavia que monitorea continuamente las cepas existentes e intenta predecir las mutaciones más probables, bajo la suposición de que de esa manera se acortará el desarrollo de cualquier futura vacuna. Otras empresas de biotecnología como Curevac también aseguran poder llevar a cabo esa tarea, con el auxilio de Inteligencia Artificial, para realizar vacunas de ARNm contra la gripe común más eficaces. ModeRna y Pfizer, de forma más pragmática, planean inyectar varias vacunas juntas para distintas cepas (por supuesto que cualquier riesgo de efectos no deseados se potenciaría ante esta combinación de vacunas diferentes). ModeRna ha anunciado que tendrá lista para 2023 una vacuna que servirá tanto para la gripe como para el Covid7, y ambas empresas anunciaron que están trabajando en vacunas de ARNm contra la gripe común, que combinarían en una sola dosis cuatro o seis vacunas para cepas diferentes8. GSK, en asociación con Curevac y Sanofi, no quiere quedarse atrás y ha anunciado estar trabajando también en vacunas de ARNm para la gripe común. Sqirus está trabajando en una vacuna autorreplicante para la gripe. La tercera opción contemplada en el documento, finalmente, es diseñar una supervacuna que pueda cubrir todas las variantes. Recientemente el Ejército de los EEUU ha afirmado haber logrado una “supervacuna” de ese tipo, luego de trabajar en la misma casi un año. La misma sería efectiva contra cualquier posible cepa de Covid, y está compuesta por partículas de ferritina en las que se han insertado varias formas levemente diferentes de la proteína espiga sintética.

El resultado final de estas tres estrategias es que se podrá vacunar a la gente con vacunas “que protejan contra las variantes actuales, y las que es muy probable que surjan el año que viene y el siguiente”, no sólo de Covid sino como vemos también de la influenza común. Usando el mismo razonamiento, se va un paso más adelante, y se propone vigilar también a las especies animales para preparar “vacunas” contra nuevos virus antes de que estos existan (p. 12). Naturalmente todas estas vacunas contra virus y cepas completamente inexistentes serían de ARNm u otras construcciones sintéticas.

Las estrategias de Flagship coinciden nuevamente con las de DARPA, quienes se encuentran ahora mismo vigilando a los próximos virus “candidatos” a saltar de una especie animal a los seres humanos, y “adelantándose” a las posibles mutaciones diseñándolas por computadora, con la promesa de intervenir directamente sobre las especies animales con tecnologías biológicas de última generación (capaces de interferir con su sistema inmune y de realizar edición genética) para evitar futuros “saltos” que vuelvan esos virus realidad9. Demasiadas suposiciones, ¿no es cierto? Naturalmente, no hay que perder nunca de vista en todo esto, sobre todo en casos como el de DARPA, que toda herramienta tecnológica tiene un doble uso, y que las maniobras diversivas son propias de toda estrategia de propaganda militar. Queremos decir que los mismos dispositivos pueden servir para provocar lo mismo que supuestamente están sólo estudiando para “prevenirlo”, y decir estas cosas no es ser “malpensado”, sino entender lo que pueden pensar los que planean el mal. A esta altura sería demasiado inocente quien piense que todo esto es por nuestro bien o ha ocurrido espontáneamente.

La argumentación utilizada en el libro que estamos analizando es increíblemente chapucera, y aunque no queremos detenernos excesivamente en ello, debemos dar algunos ejemplos para poner en evidencia las segundas intenciones. Por ejemplo, se compara con dramatismo la cantidad mundial de muertos por Covid-19 con la cantidad de norteamericanos muertos en la Segunda Guerra Mundial y Vietnam, omitiendo que en esas guerras murieron millones más de personas en los otros bandos en pugna, que la población mundial actual es más de tres veces mayor que la de 1940, que el promedio de edad de los fallecidos por Covid es cercano a la edad de muerte natural y que los desastres de la guerra van más allá de los muertos en combate. Sería mucho más razonable la comparación con muertos actuales por diabetes o accidentes de tránsito, pero ello reduciría la cifra de muertos por Covid a sus verdaderas dimensiones. Luego se afirma que hay un “creciente número de mutaciones” de virus (se refiere a los nunca explicados brotes de MERS, Zika, gripe A, etc., de los últimos años) y que eso implica un proceso en marcha con mutaciones virales creciendo exponencialmente, que podrían llegar a ser iguales al número de átomos que hay en la Tierra (sic) (p. 10)

La manera de abordar estas futuras pandemias, por supuesto, pasa por una mayor protocolización mundial y por dar un mayor poder a las entidades supranacionales. En definitiva, avanzar en el mismo camino iniciado ya, poniendo el acento sobre la seguridad. Establecer una Agencia Internacional de Protección de la Salud que coordinará las agencias nacionales de “seguridad sanitaria” (el modelo de estas últimas podría ser el CDC de EEUU).

Una definición crucial del texto es que la “seguridad de la salud” (health security) es definida como un derecho humano. “De la misma manera en que esperamos que los gobiernos defiendan nuestra seguridad física -nuestro derecho a la vida y la libertad- debemos esperar que defiendan nuestra seguridad sanitaria.” (p. 7). Se citan cifras del Centro para Seguridad en Salud de la Universidad John Hopckins, el cual aparentemente ya recaba datos para poder presionar desde organismos internacionales por este nuevo “derecho humano”, rankeando a los países del mundo según cuánto están o no preparados para la “próxima pandemia” según el paradigma propuesto.

Sin embargo la “medicina preventiva” propuesta no es, como uno podría creer, el viejo concepto de mantener hábitos saludables, una buena alimentación y chequeos regulares del estado de salud. Es un nuevo paradigma que busca introducir y normalizar las nanotecnologías invasivas de monitoreo del cuerpo humano e intervención localizada del organismo en individuos sanos (lo que el Dr. Sakhrat Khizroev llama “tecnobiología”). Los autores plantean como excusa que la dicotomía sano/enfermo es falsa y simplificadora, y existe una zona gris donde alguien está “aparentemente sano” y sin síntomas pero “yendo hacia un estado de enfermedad”. La “medicina preventiva” operaría sobre ese pretendido estado, para lo cual se deben desarrollar nuevos métodos, aprovechando las nuevas tecnologías, que permitirán el monitoreo de “nuevos biomarcadores” con el uso de inteligencia artificial, permitiendo “predecir” la enfermedad mucho antes de que haya ningún síntoma. De manera que Flagship Pionnering pretende entrar de lleno en el campo de la futurología, estableciendo todas sus herramientas de monitoreo del cuerpo, liberación de drogas y edición genética con la excusa de virus y enfermedades que no existen pero podrían llegar a existir. Este concepto puede aplicarse tanto a la salud física como a la salud mental (p. 12). Estos nuevos biomarcadores, coincidiendo con la especialización de las empresas del grupo, se dirigen especialmente a un conocimiento y monitoreo profundo de los intercambios ocurridos a nivel celular. No queda claro cuáles serían esos “nuevos biomarcadores”, pero parece claro que el monitoreo se realizaría mediante nanotecnología dentro del paradigma de la “medicina personalizada”, con drogas de diseño liberadas dentro del organismo, nanorobots o nanopartículas inyectables, interfaces de monitoreo implantables o ponibles capaces de transmitir wi-fi, y todo lo que el futuro traiga. Los nuevos dispositivos tecnológicos de monitoreo brindarían información a los mismos usuarios, avisando cuando algún marcador biológico se esté aproximando a un estado de “posible enfermedad futura”, y reduciendo cada vez más el papel de los médicos.

Lo que diferencia a los enfoques de salud pública de la nueva “salud preventiva”, es que esta última se enfoca en los individuos y utiliza a fondo las nuevas tecnologías, interviniendo sobre el organismo directamente con pequeños paquetes de tecnología biológica. Para poder desarrollar este enfoque en todo su potencial, hay tres áreas en las que se deberá innovar, según los autores. Primero, debe haber menos regulación estatal. Siguiendo el ejemplo de lo ocurrido durante la pandemia de Covid-19, se debe flexibilizar la supervisión de las agencias nacionales sobre la seguridad y eficacia de las nuevas vacunas e intervenciones a nivel celular. En otras palabras, se debe confiar ciegamente en las empresas de biotecnología, sin importar lo crecientemente arriesgado de sus intervenciones experimentales completamente innecesarias sobre individuos perfectamente sanos. Puntualmente, las moléculas ya previamente aprobadas como seguras para otro uso diferente, deben ser consideradas seguras sin muchos trámites. Pero eso no es todo. Tampoco deben ser estrictos los entes supervisores al exigir pruebas (clinical claims) de que los nuevos dispositivos “detectores” de futuras enfermedades funcionan correctamente y verdaderamente están detectando lo que dicen detectar, ya que al ser los mismos predictivos, no se puede asegurar si lo predicho se cumplirá o no (p. 15). ¡Maravilloso! No hace falta demostrar que esos dispositivos sirvan para nada ni estén diciendo nada cierto, confianza total…. Naturalmente debemos suponer que la supervisión de todos estos aspectos la harán ¿las mismas empresas?

En segundo lugar se encuentra la educación. Se deben reformular profundamente los programas de estudio de las universidades de medicina según el nuevo paradigma, lo cual significa de hecho cambiarlos completamente. Finalmente, el tercer punto es la financiación. En este caso sí, la financiación de este nuevo paradigma, con las enormes sumas de dinero necesarias, no está al alcance de los privados, y deberá estar a cargo principalmente de los estados nacionales, que deberán crear nuevas instituciones y apostar financieramente a la “innovación” (o sea a sus productos). Es decir no deberán regular ni velar por los posibles daños a la salud de la población que puedan traer aparejadas estas nuevas tecnologías, pero deberán financiar su desarrollo, y dejarle las ganancias a las empresas. Ni más ni menos.

Uno de los beneficios que el texto resalta como consecuencia de este nuevo enfoque en salud sería la disminución de la población planetaria (¿cómo?). Mediante una serie de malabarismos argumentativos se alega que al ser la gente más saludable, será más productiva, y los países de mayores ingresos tienen menos hijos. Al disminuir la mortalidad infantil, las madres de países pobres no tenderán a tener un número excesivo de hijos por miedo a que alguno muera (p. 18).

Luego de elogiar exageradamente todas las ventajas de este nuevo paradigma se reconocen algunos inconvenientes a superar al final del documento: Las complicaciones a la innovación, la afectación de la privacidad, y la desigualdad en la llegada de estas nuevas tecnologías a las naciones del Tercer Mundo (una nueva preocupación filantrópica de Bill Gates y sus asociados). Realmente de estas tres, sólo la afectación a la privacidad es un problema real, lo otro son objetivos disfrazados de problemas. Reconocen que “El conocimiento granular sobre la condición de salud de cada ciudadano permitiría a un estado autoritario otra herramienta de control, especialmente si está emparejada con otros datos (como un “puntaje de crédito social”) para dirigir todos los aspectos de la vida de una persona”. ¡Poca cosa! Sin embargo dan por descontado que las democracias occidentales no harán eso y proponen simplemente crear agencias que protejan la privacidad de los datos.

Insisten en que los gobiernos del mundo deben fundar Agencias de Seguridad en Salud para protegernos de pandemias y ataques bioterroristas, coordinadas por una Agencia Internacional que se dedique a fomentar y presionar por la introducción de estas tecnologías y nuevos paradigmas en todos los países del mundo (esto se presenta naturalmente como “asegurar el acceso equitativo” al nuevo “derecho”). Para asegurar la privacidad de los datos se podría crear una Organización Mundial de Datos que dicte estándares y supervise su uso correcto (p. 22), que se compara con la Organización Mundial de Comercio o el IPCC que se encarga del “cambio climático”. Se remarca que se debe dar más poder a la OMS y sus regulaciones internacionales (como si éstas hubiesen demostrado ser muy efectivas) y se deben crear agencias nacionales al estilo de DARPA para financiar los nuevos desarrollos en biotecnología, tecnología genómica y biología sintética.

Los dispositivos tecnológicos descritos en el documento ya han sido desarrollados. DARPA otorgó 7 millones y medio de dólares a la empresa Profusa, una empresa de Silicon Valley con la que trabaja en estrecha colaboración, y junto al Imperial College de Londres anunciaron el desarrollo, en marzo de 2020 (apenas comenzaba a extenderse la pandemia y se decidían las cuarentenas domiciliarias), de un biosensor inyectable mediante un hidrogel luminiscente, que cumpliría la función de medir los niveles de oxígeno en los tejidos, y en el futuro otros datos como la frecuencia cardíaca, glucosa, etc. El estado emocional y las actividades del sujeto estarían igualmente al alcance de su evaluación. Este sensor ya estaba en desarrollo desde 2014, y se presentaba entonces como útil para detectar tempranamente los síntomas de influenza antes de que manifiesten, con la excusa de que la influenza disminuye levemente el nivel de oxígeno en la sangre. En realidad muchas infecciones pueden disminuir levemente el oxígeno en la sangre, no es algo especial de la influenza, pero casualmente el descenso muy marcado del nivel de oxígeno en sangre, sin la aparición de otros síntomas de apnea, es uno de los principales indicadores de la infección con Covid-1910. El hidrogel con el cual funciona este dispositivo también fue desarrollado en 2014, en el marco del programa In-vivo Nanoplatforms (IVN).

Al igual que con las plataformas de ARNm, el gran desafío tecnológico ha sido lograr que el sabio sistema inmune que tenemos naturalmente no rechace el cuerpo extraño. Esto parece haberse logrado mediante el uso de pequeñas fibras inteligentes, del tamaño de un cabello. El pequeño sensor se fusionaría con el cuerpo y transmitiría información a una red 5G. Se han gastado millones de dólares en el desarrollo de esta tecnología, que no parece poder ofrecer datos mucho más interesantes que una supuesta “previsión” de unos síntomas gripales que se manifestarán naturalmente muy poco después. Huelga decir que esta tecnología tiene otras aplicaciones11. Los motivos aducidos para esta invención son completamente desproporcionados, como prácticamente todas las medidas relacionadas con la pandemia de Covid-19, por lo cual es evidente que la inversión se ha hecho desde un principio con otros fines a la vista diferentes a los declarados.

Invenciones como esta perfilan claramente un nuevo paradigma, el de una exigencia de “bioseguridad”, dentro del cual una persona puede ser privada de derechos humanos básicos por una presunción de enfermedad. Este biosensor inyectable recuerda la película de ciencia ficción Minority Report, donde los asesinos eran apresados antes de cometer sus asesinatos. Como en la película, existe la posibilidad de que la tecnología que pretende detectar los enfermos antes de que lo estén (o sea, de que manifiesten síntomas) podría de hecho no funcionar o ser manipulada, y señalar como futuros enfermos a personas que están de hecho sanas. La imposición de la idea de que existen “enfermos asintomáticos” y son un peligro para los demás, instalada en la mentalidad colectiva a nivel global durante 2020, en medio de un clima de terror mediático donde no se estimuló, y al contrario se censuró toda reflexión, le ha abierto camino a semejante concepto aberrante de “enfermedad presunta”. En realidad esta presunción es completamente falsa, y en otro contexto hubiese resultado inadmisible tanto para médicos como para la gente común.

En uno de los habituales desplazamientos semánticos a los cuales nos tienen acostumbrados los tramadores de agendas inconfesables, la idea de “presintomático” se cambió sutilmente por la de “asintomático”. Nótese que jamás se ha hecho un simple seguimiento para comprobar si los “asintomáticos” detectados a granel por el test PCR de Christian Drosten desarrollaron realmente síntomas más tarde o nunca lo hicieron, o sea que de hecho eran personas sanas, como fue el caso de la gran mayoría, según se puede estimar.

Tampoco es cierto que esas personas sin síntomas puedan tener una carga viral alta ni ser el motor de la expansión de una epidemia, esto debería saberlo cualquier virólogo. Pero la naturalización de las medidas de restricción ocurrida durante dos años enteros y la inversión de la carga de prueba (se es un peligro para la salud de los demás hasta que se demuestre lo contrario) ha empeorado el asunto, ya que permite la aplicación de toda clase de medidas restrictivas y compulsivas a los ciudadanos, tales como confinamientos, restricciones de movimientos, vacunación o tratamientos médicos compulsivos, de manera arbitraria. En la práctica serían tratadas casi como delincuentes que atentan contra la salud de la comunidad sin necesidad de demostrarlo, por la información “predictiva” y falible de un dispositivo que monitorea sus funciones biológicas.

La comparación con Minority Report podría haber parecido antojadiza o “conspirativa” hace unos meses, pero lo ocurrido en países como Austria o Australia ha obligado a quienes se reían de las “teorías conspirativas” a callarse la boca. Si bien actualmente la mayoría de esas medidas restrictivas son ilegales e inconstitucionales, pues atentan contra derechos humanos fundamentales asegurados en las Cartas Magnas de casi todos los países, se han aplicado de facto en el marco de la actual pandemia en gran parte del mundo, creando un precedente legal que podrá ser oportunamente incorporado y normativizado en cualquier crisis próxima, que los agoreros vienen anunciando como si ya la diesen por segura.

Uno podría creer que el documento que acabamos de analizar no es más que lobby totalmente desvergonzado de un grupo empresarial, y podríamos creerlo si se limitasen a promocionar sus productos, pero constituye más que ello, en vista de la inclusión de la idea de “seguridad de la salud” como un derecho humano, y su intromisión en los programas de estudio y gubernamentales, además del marco en el cual fue presentado. Es lo que dice ser, una verdadera agenda marcada por los planificadores de políticas globales, como continuación férrea del camino comenzado durante la pandemia de Covid-19, donde también fueron los estados nacionales los encargados de financiar en su gran mayoría el desarrollo de las nuevas vacunas, pero no de cosechar las fabulosas ganancias, y donde se instaló la idea de los “asintomáticos” que deben saber si están por enfermarse mediante instrumentos externos de detección, sin tener síntomas. Si esta pandemia no fuese la gran manipulación que es, o sea, la instalación de un escenario donde naturalizar todos los cambios disruptivos y peligrosos planificados de antemano por los promotores de la Cuarta Revolución Industrial, hasta podríamos aceptar algunas herramientas tecnológicas de las propuestas, sin prescindir, como se insinúa continuamente, del ojo experimentado del profesional para determinar un estado de salud o enfermedad. Actualmente vemos una relajación en las restricciones ilógicas de dos años, pero no ha venido acompañada de ninguna reflexión ni análisis de los resultados obtenidos, y lo cierto es que estos planes avanzan sin modificación alguna, a despecho de lo inútil que han demostrado ser todas las medidas de “distancia social” y reclusión de sanos, y de los riesgos aún desconocidos a largo plazo de las “vacunas” de ARNm.

La amplia gama de la “medicina personalizada” de ModeRna

Para entender lo que implican estos dispositivos de monitoreo e intervención dentro del organismo, debemos saber que Flagship Pioneering no se limitó a crear ModeRna, sino que desarrolló a su alrededor una verdadera constelación de 33 compañías que trabajan de manera compartimentada. Cada una se enfoca en un solo desarrollo específico, sin preocuparse por cuál será su aplicación final. Es sencillo sin embargo ver como estos desarrollos confluyen, y han permitido lograr el complejo paquete tecnológico de las “vacunas” de ARN mensajero, pero además permiten a esa misma tecnología aplicaciones que van mucho más allá, y abren la posibilidad de intervenir en el organismo humano (y no humanos) de todas las maneras posibles, a nivel celular, genético e inmune. Los diversos campos de desarrollo de este conglomerado de compañías son los siguientes:

Tessera Terapeutics: escritura de ADN. Syros pharmaceuticals: supresión de expresión de genes. Sigilon therapeutics: ingeniería de células humanas. Omega therapeutics y Foghorn Therapeutics: control y programación de genes específicos y del tráfico de genes. Sana Biotechnology y Ring Therapeutics: mecanismos de introducción de ADN, ARN y proteínas en las células. Moderna y Laronde: producción artificial permanente de proteínas dentro del organismo a través de diversas formas de ADN sintético. Generate Biomedicines: desarrollo de proteínas sintéticas que no se encuentran en la naturaleza. Rubius Therapeutics: rediseño de las células sanguíneas para que transmitan otras cosas además de oxígeno, como antígenos específicos que produzcan determinadas respuestas en el sistema inmune; Debemos decir que cualquier cosa transportada dentro de los glóbulos rojos podría traspasar la barrera hematoencefálica y llegar al cerebro, y probablemente esa sea una de las principales aplicaciones que se buscan. KSQ Therapeutics: aplicación de la tecnología CRISPR para descubrir la función de cada gen del genoma humano y desarrollar drogas que afecten genes específicos. Cellarity: utilización de big data para monitorear el comportamiento de cada célula y alterarlo con un paquete de tecnología a nivel celular. Codiak Biosciences: introducción de moléculas y proteínas artificiales microscópicas que actúen sobre el funcionamiento celular o modifiquen la función de los exosomas; Especialmente se busca usar esta última tecnología en el cerebro. Las formas de lograrlo son investigadas por Denali Therapeutics, quienes según su página web han diseñado una tecnología patentada para administrar terapias de macromoléculas12 al cerebro a través de la barrera hematoencefálica, la transcitosis mediada por receptores (RMT); Además de la terapia con macromoléculas, se ufana de que sus científicos tienen “muchos años de experiencia en el diseño de moléculas pequeñas” que puedan administrarse por vía oral, traspasar la barrera hematoencefálica y dirigirse a la proteína objetivo sin ser eliminadas, aunque a pesar de esa experiencia todas sus drogas se hayan aún en etapa de descubrimiento o clínica temprana. También ayuda en esta tarea Cygnal Therapeutics, que estudia el sistema nervioso periférico, ya que investigaciones recientes sugieren que puede actuarse sobre el sistema nervioso central de manera eficiente y mucho menos invasiva, a través de los nervios del sistema nervioso periférico, especialmente la médula espinal; Estas intervenciones a nivel neuronal podrían complementarse perfectamente con la Internet de las Cosas impulsada por los promotores de la Cuarta Revolución Industrial, o sea, con interfaces cerebro-máquina. Las mismas permitirían controlar computadoras directamente con la mente, pero también abren la inquietante posibilidad inversa, de que la mente pueda ser intervenida remotamente. Ya existe tecnología que permite, teóricamente, lograr interfaces de ese tipo con nanopartículas inyectables indetectables y ADN de diseño.

Prácticamente todas estas compañías dicen estar desarrollando su tecnología para aplicarla en la lucha contra enfermedades autoinmunes, el cáncer o el Alzheimer. Sin embargo la terapia génica viene ensayándose desde mediados de los ’90 y ha demostrado ser un fracaso total para combatir el cáncer, y ninguna de estas compañías ha comercializado nada al respecto. Aun así los millones de dólares de los inversores no dejan de fluir. Basta ver cuáles son las otras áreas relacionadas a las cuales DARPA y los principales centros de investigación destinan millones de dólares (como AI Next, el proyecto BRAIN o Graphene Flagship) para darse cuenta que hacia allí confluirán naturalmente todos estos descubrimientos. Además de la terapia génica y cerebral, las exploraciones de Flagship Pioneering se completan con:

Repertoire Inmune Medicines y Axcella Health: rediseño del sistema inmune y reprogramación del metabolismo. Seres Therapeutics, Senda Biosciences, Midori Health, Kaleido Biosciences y Evelo Biosciences: distintas formas de manipulación del microbioma humano y animal, por ejemplo edición genética de las bacterias intestinales. Invaio Sciences e Indigo Agriculture: edición genética de insectos y manipulación de su microbioma, manipulación del sistema inmune de las plantas. Incredible Foods: manipulación a nivel proteínico y celular de alimentos y creación de comida artificial.

Por último, Ohana Biosciences: intervención genética del esperma y desarrollo de métodos anticonceptivos intracelulares. Esto trae a la memoria las obsesiones eugenésicas del padre de Bill Gates. Ciertamente existe la posibilidad de que se use esa tecnología para esterilizar sin consentimiento, pero también se podría utilizar con fines transhumanistas, para crear seres humanos modificados mediante la edición genética de la línea germinal, un tema de debate entre los partidarios de esa ideología. Valo: monitoreo intensivo, mediante big data, de marcadores biológicos en los individuos para su aplicación en telemedicina. Y por último, Seven Sense Biosystems: desarrollo de un botón indoloro para tomar muestras rápidas de sangre sin necesidad de capacitación especial y casi sin que se sienta el pinchazo (sí, hay toda una compañía que se dedica sólo a eso).

Un botón similar, con agujas más pequeñas que un cabello y que se puede operar sin ningún tipo de capacitación médica, ha sido presentado recientemente por el Foro Económico Mundial como una de las cinco “tecnologías que pueden cambiar el mundo”. Realmente no quedaba muy claro qué era lo revolucionario del susodicho parche, hasta que Bill Gates finalmente reveló que esa tecnología no serviría para tomar muestras de sangre, sino para administrar vacunas sintéticas masivamente en las “próximas pandemias” naturales o producidas por ataques bioterroristas. El “pequeño parche” eliminaría la necesidad de personal calificado y las vacunas podrían autoadministrarse. Los médicos que han callado hasta ahora los peligros de las neovacunas deberían tomar nota de estos planes de deshacerse de ellos, y entregar a la gente el monitoreo de su propia salud, en medio de un clima mental de terror agitado por los medios y gobiernos, como hemos visto que ocurrió durante la pandemia de Covid-1913. Recientemente se ha aprobado el desarrollo de un nuevo tipo de vacuna contra el Covid por parte del laboratorio inglés Emergex en colaboración con la Universidad de Lausana. La misma inyectaría péptidos sintéticos que imitan el núcleo central del virus, razón por la cual se las promociona como “más seguras” que las de ARNm, pero su principal novedad radica en que utilizarían un parche como el descrito.

Además de recibir financiación del Pentágono, las compañías de Flagship Pioneering reciben fondos de la Fundación Bill & Melinda Gates y de varios fondos especuladores, como BlackRock, Cowen inc., y otros. No es coincidencia la similitud de estos diversos campos por los cuales ha extendido su actividad el fondo Flagship Pioneering, que como hemos visto trabaja en estrecha colaboración con el Pentágono, y los campos financiados actualmente por la Fundación Bill y Melinda Gates, la que también se ha diversificado en los mismos ámbitos. Esta fundación, creada por el padre de Bill Gates (Warren F. Gates) a mediados de los `90, comenzó a expandirse a pasos acelerados durante el siglo XXI, dominando rápidamente tres campos en apariencia sin conexión y hasta caprichosos, pero que tienen mucha relación dentro de la agenda de las élites: vacunas, agronegocios y educación. Actualmente es la fundación privada más grande del mundo. Financia a casi todos los grandes laboratorios, los programas de vacunas, y de manera directa e indirecta es el principal financista de la OMS.

La fundación Gates se concentra actualmente en diversos programas de vacunas, especialmente para el Tercer Mundo (mediante GAVI), una preocupación reciente en enfocarse en el tratamiento del Alzheimer (es decir, terapias génicas en el cerebro), la telemedicina (o medicina personalizada), la agricultura con sembrados genéticamente modificados, la modificación genética de insectos (concretamente mosquitos), la creación de carne sintética, y por supuesto también, a través de su relación con Microsoft, la Inteligencia Artificial, otra de las grandes apuestas de DARPA (desde el 2019 esta destina dos mil millones de dólares anuales al desarrollo de Inteligencia Artificial y la Tercera Ola de tecnologías). Podemos sumar a todo esto los pasaportes electrónicos de identidad de la iniciativa ID2020 de las Naciones Unidas y Microsoft, que casualmente se pensaban implementar en el 2020, y el registro nacional de vacunación electrónico, que ya fue propuesto y analizado por la OMS en 2017. Actualmente ambas propuestas se han reflotado con la intención de confluir en pasaportes vacunales electrónicos internacionales, que se sumarían al arsenal de medidas impulsadas mundialmente en el marco de la actual pandemia.

Otros grandes grupos de avanzada como RTI, el cual trabaja en colaboración con DARPA, también se enfocan en las mismas áreas de desarrollo, como puede verse en su página web: Recolección y análisis de datos, medicina “personalizada”, transformación de la medicina, desarrollo de nuevas drogas, farmacología del comportamiento, bioinformática, microbiología, educación primaria, agricultura, agua, cambio climático. Muchos de estos mismos temas se repiten en grandes conglomerados de investigación y sobre todo en las grandes fundaciones filantrópicas.

La bioseguridad según Klaus Schwab

La exigencia de bioseguridad será una característica de las sociedades del futuro, que irán tomando un carácter cada vez más policial y autoritario, aunque “con rostro humano” y progresista, por decirlo así. Es el “capitalismo de vigilancia” predicho por Shoshana Zuboff, sólo que con excusas sanitarias. Así lo ve también Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, en su libro El gran reinicio.

Este plan de “reajuste del mundo” fue publicado a mediados de 2020 en Forum Publishing, y está firmado por Klaus Schwab (quien además del presidente del W.E.F. es ex miembro del comité directivo del Grupo Bilderberg y miembro del Consejo Internacional del Centro Peres para la Paz) y por su mano derecha, el consultor Thierry Malleret, casado con la ex ayudante del Príncipe Carlos, quien es consultor financiero, especialista en Rusia, y trabajó sucesivamente en el gabinete militar de Jacques Chirac, en el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo con Jacques Attali (autor de Breve historia del futuro) y luego como asesor principal del oligarca ruso-israelí Mijail Fridman en Alfa Bank.

Dice Schwab:

La pandemia nos ofrece una oportunidad: representa una excepcional pero estrecha ventana de oportunidad para reflexionar, reinventar y reajustar nuestro mundo.”

No puede haber una recuperación sostenible sin un marco de gobernanza estratégica mundial.”

Muchos de nosotros nos preguntamos cuándo volverán las cosas a la normalidad. La respuesta es corta: nunca. (…) La pandemia de coronavirus marca un punto de inflexión fundamental en nuestra trayectoria global. (…) El mundo tal y como lo conocíamos en los primeros meses de 2020 ya no existe, se ha disuelto en el contexto de la pandemia. (…) Habrá una era “antes del coronavirus” (B.C.) y “después del coronavirus” (A.C.).

La pandemia podría marcar el comienzo de una era de vigilancia sanitaria activa, que sería posible gracias a los teléfonos móviles inteligentes con sensor de localización, las cámaras de reconocimiento facial y otras tecnologías que identifican las fuentes de infección y rastrean la propagación de la enfermedad casi en tiempo real.” “El rastreo de contactos tiene una capacidad sin igual y un lugar casi esencial en el arsenal contra el COVID-19, mientras que al mismo tiempo se posiciona para convertirse en un catalizador para la vigilancia masiva.” “Es cierto que en la era pospandémica, la salud y el bienestar personal se convertirán en una prioridad mucho más alta para la sociedad, por lo que no se cuestionará la generalidad de la vigilancia tecnológica”, ya que “la contención de la pandemia de coronavirus requerirá una red de vigilancia mundial.”

La combinación de Inteligencia Artificial (IA), Internet de los objetos (IO) sensores y tecnología de mano proporcionará nuevas perspectivas sobre el bienestar personal. Vigilarán quiénes somos y cómo nos sentimos, y gradualmente desdibujarán los límites entre los sistemas de salud pública y los sistemas de creación de salud personalizados, una distinción que finalmente se derrumbará. Los flujos de datos en muchas áreas distintas desde nuestros entornos hasta nuestras condiciones personales nos darán un control mucho mayor sobre nuestra propia salud y bienestar. En el mundo posterior al COVID-19, la información precisa sobre nuestra huella de carbono, nuestro impacto en la biodiversidad, la toxicidad de todos los ingredientes que consumimos y los entornos o contextos espaciales en los que vivimos generará avances significativos en términos de concienciación y bienestar colectivo e individual. Las industrias tendrán que tomar nota de esto.

Klaus Schwab tampoco se queda atrás en el uso de argumentos amañados y en la manipulación más infantil de las ideas de seguridad, “comodidad” o las preocupaciones ecológicas por “el planeta” (la otra gran coartada), siempre suponiendo un escenario de pandemia indefinido, o de sucesivas pandemias una tras otra: “A medida que el distanciamiento social y físico persista, una mayor confianza en las plataformas digitales para comunicarse, trabajar, pedir consejo u ordenar algo irá ganando terreno poco a poco en costumbres que antes estaban muy arraigadas (…) Si las consideraciones de salud se vuelven primordiales, podemos decidir, por ejemplo, que una lección de ciclismo frente a una pantalla en casa es más segura (¡y más barata!) aunque no sea tan agradable como hacerlo con un grupo en una clase en vivo. El mismo razonamiento se aplica a muchas áreas diferentes, como volar a una reunión (el Zoom es más seguro, más barato, más ecológico y mucho más práctico), ir a una reunión familiar remota durante el fin de semana (el grupo familiar de WhatsApp no es tan divertido pero también es más seguro, más barato y más ecológico) o incluso tomar un curso académico (no tan gratificante pero más barato y más cómodo)”. Evidentemente, la pandemia no es más que una excusa, como hemos dicho, para que los ejecutores de la agenda de la Cuarta Revolución Industrial realicen toda una serie de modificaciones tecnológicas que cambien radicalmente nuestra vida cotidiana, nuestro trabajo, la atención de salud, la educación, y cada aspecto de nuestra vida según unas agendas que la mayoría de las veces suenan totalmente distópicas. No es una suposición nuestra, sino que lo dice el mismo Schwab en este libro y en La cuarta Revolución Industrial, de 2016.

Los cambios son históricos en términos de tamaño, velocidad y alcance.” Dada la incertidumbre que rodea la adopción de tecnologías emergentes, los “participantes de la sociedad global – gobiernos, empresarios, universidades y sociedad civil – tienen la responsabilidad de trabajar juntos” (…) “Los cambios son tan grandes que, desde la perspectiva de la historia humana, nunca ha habido un tiempo de más grandes promesas y potenciales peligros”. Esta revolución “no sólo está cambiando el “qué” y el “cómo” hacemos las cosas, sino también el “quién” somos.” (p. 8). Esta revolución se producirá cuando los nuevos descubrimientos en secuenciación de genes, nanotecnología, energías renovables y computación cuántica se “fusionen” e interactúen “a través del dominio físico, digital y biológico” (p. 12).

Pero no sólo la salud corporal será estrechamente monitoreada, sino que también lo será la salud mental. Volviendo a El Gran Reinicio, allí Schwab, como portavoz de la élite global que opera a través de fondos de especulación como BlackRock o Vanguard, nos dice: “Para muchos, una explosión de problemas mentales se produjo en los primeros meses de la pandemia y seguirá creciendo en la era pospandémica”. “Algunos sobrevivirán a la tormenta, pero para algunos el diagnóstico de depresión o ansiedad podría degenerar en un episodio clínico agudo.” ¿Esto se debió a las absurdas medidas de distanciamiento exageradas, o al terror atizado las 24 horas del día por los medios de comunicación, cuyos dueños son los fondos arriba mencionados? No. Lo que ocurre según Schwab es que “el cierre cognitivo ha llevado a menudo a un pensamiento en blanco y negro y a soluciones simplistas, un caldo de cultivo para las teorías de conspiración y la propagación de rumores, desinformación, falsas verdades y otras ideas perniciosas”. “Visto en estos términos, el coronavirus ha reforzado, en vez de reajustarlos, los problemas de salud mental. (…) En la era post-pandémica, estos temas pueden ahora recibir la prioridad que merecen”.

Lo que el texto sugiere de manera solapada es que quienes crean en “teorías conspirativas” (una etiqueta bastante amplia y cada vez más desprestigiada) o incluso quienes tengan posiciones críticas con la forma en que se traten las futuras pandemias (a quienes se ha motejado ya como “antivacunas”), por más absurdas e injustificadas que sean las medidas tomadas, pueden estar cerca de ser catalogados como enfermos mentales o en vías de serlo, y podrían aplicárseles las regulaciones de las nuevas legislaciones, según los cánones de la nueva “medicina predictiva” y “bioseguridad”, en un camino lento pero firme hacia un tipo de dictadura totalitaria con excusas sanitarias nueva y nunca vista. A quienes esta afirmación les parezca exagerada, tomen nota de cómo ya se está restringiendo en este momento la vida civil de quienes no aceptan recibir las continuas dosis de “refuerzo” experimentales en muchos países democráticos, lo cual hubiese resultado impensable hace dos años. La gobernadora de Nueva York propuso en enero de este año detener preventivamente a quien se considere un riesgo para la salud pública. Es notable que pocos pensadores establecidos le hayan dedicado el tiempo merecido a la reflexión sobre este peligroso fenómeno social en ciernes, entre los cuales se destacan Giorgio Agamben, o el periodista Manuel de Prada desde su columna en el diario ABC. La mayoría de las reflexiones pertinentes han provenido de pensadores y comunicadores en los márgenes del ámbito académico o mediático.

No es exagerado afirmar que la actual situación tiene marcados ingredientes del pensamiento totalitario que ha promovido regímenes como el nacionalsocialista o el soviético: Apelaciones emocionales y persuasivas para restringir derechos, ausencia de debate intelectual, dicotomías simplificadoras, censura a los disidentes, no se acepta ninguna crítica a las medidas de gobierno (apelando a la retórica bélica y el disciplinamiento por una supuesta situación de “guerra” contra un “enemigo invisible”). Pero sobre todo el rasgo más totalitario es marcar a un sector de la población como chivos expiatorios, en este caso los mal llamados “antivacunas”, a quienes se culpa sin razón de la continuación de la crisis, y a quienes se priva de derechos elementales con esa excusa. La diferencia con los regímenes anteriores es que en este caso se ha apelado de manera muy efectiva a una excusa sanitaria, y además ha ocurrido un hecho inédito, por primera vez algo así se da a escala mundial. Hay una ausencia de oposición aparente y la ilusión de un supuesto “acuerdo” y coincidencia universal entre profesionales de la salud y políticos sobre la batería de medidas inusitadas que se tomaron, acuerdo que no existe, pero se da su apariencia mediante la censura bien orquestada de cualquier voz disidente. Esto es lo que ha permitido que, a pesar de los innumerables absurdos y situaciones forzadas ocurridas durante estos dos años, la operación haya tenido un éxito total.

La larga planificación de la situación actual

Ya que hablamos de bioseguridad y “seguridad en la salud”, no podemos dejar de mencionar al Centro para la Seguridad en la Salud Johns Hopkins, el think-tank que más ha hecho por divulgar esta idea de “bioseguridad”. Son conocidos por haber sido los organizadores, junto al Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates, del Evento 201, una simulación que “predijo” la pandemia actual en todos sus detalles meses antes de que ocurriera realmente. Pero este centro ya tenía una larga experiencia en simulaciones parecidas. La primera fue la Operación Dark Winter, en 2001, la cual simuló un ataque terrorista con el virus de la viruela meses antes de que se produjese un ataque real con ántrax (cuando se supo que la cepa de ántrax provenía de instalaciones militares estadounidenses, la investigación fue cerrada). Continuaron organizando Atlantic Storm, en 2005, la cual sumó a líderes europeos, después de los ataques terroristas de falsa bandera de Madrid y Londres. En ese caso se trataba de un ataque terrorista con virus de diseño realizado por terroristas islámicos. El Foro Económico Mundial, por su parte, junto a la Fundación Bill y Melinda Gates y el Banco Mundial, se involucraron en una línea de acción similar con ejercicios de simulación de una pandemia mundial de gripe en 2017, esta vez por motivos naturales (si es que podemos considerar natural una mutación que combina virus de tres especies diferentes, como la de la gripe H1N1).

En 2018 la Universidad John Hopkins desarrolló otra simulación en Washington llamada Clade X, a la cual asistieron funcionarios de la Casa Blanca y congresistas. En este caso se trataba de un virus respiratorio diseñado en un laboratorio que se escapaba por accidente y provocaba una pandemia. En esta simulación había una novedad, la mayoría de los infectados no mostraba ningún síntoma. Entre las conclusiones de la simulación, se recomendó principalmente la reducción de tiempo en la producción de vacunas.

Ese mismo año, el Centro Para la Seguridad en la Salud Johns Hopkins publica el folleto Tecnología para Manejar Riesgos Biológicos Catastróficos Globales14, donde propone una batería de innovaciones tecnológicas como manera de manejar las “futuras pandemias”. Las mismas son: Pruebas de secuenciación genómica “ubicuas” en todo tiempo y lugar (como los test PCR, de manera de tener resultados “casi en tiempo real”); Una red de drones para vigilancia de ecosistemas, provistos con sensores de patógenos; Tecnología de espectrometría de masas fácilmente utilizable por cualquiera (sin una formación especializada), que reaccione ante cualquier tipo de bacteria, virus u hongo; Impresoras 3-D para imprimir vacunas (sintéticas, de ADN, ARNm o proteínas); Biología sintética para producir vacunas “rápido y en cantidades muy grandes”; Parches con microagujas para auto-administrarse vacunas; Vacunas auto-propagables (se trata de virus editados genéticamente liberados en el ambiente, los cuales en teoría no resultarían infectivos, sino que al contrario, producirían inmunización); Bacterias modificadas genéticamente para producir antígenos dentro del cuerpo humano; Vacunas de ARN mensajero auto-amplificables (las cuales reproducirían una gran cantidad de copias del antígeno continuamente, que inundarían el organismo); Telemedicina y robots, que podrían ponerse a prueba durante estos eventos, y si tienen éxito podrían trasladarse al uso hogareño.

En agosto de 2019 fue el Departamento de Salud de EEUU (HHS) quien desarrolló otra simulación, Crimson Contagion, en la cual turistas regresaban de China con un nuevo virus de influenza super-contagioso. La simulación fue dirigida por Alex Azar, quien un año después sería el arquitecto de la operación Warp Speed. También en 2019, el Centro Johns Hopkins se reunió con su homólogo chino, el Centro de la Universidad de Tianjin para Investigación y Estrategia de Bioseguridad. “Reunieron a los gobiernos y a expertos científicos de China y Estados Unidos para examinar posibles enfoques de gobernanza para fomentar la innovación al tiempo que se reducen los riesgos en el campo en rápida expansión de la biología sintética” (…) El Centro, actuando casi como vocero no oficial de los Estados Unidos “reunió a expertos para considerar la mejor manera de fortalecer el chequeo de las órdenes de pedidos de genes sintéticos en los Estados Unidos y en todo el mundo para reducir los riesgos asociados con la creación de virus sintéticos”. El Centro Johns Hopkins, por último, es también el creador del “contador” de muertos y “contagiados” diarios de Covid adoptado por todos los medios. Recientemente han sido seleccionados por la OMS para ser oficialmente su Centro Colaborador en materia de Seguridad en Salud.

No hay que creer que actualmente, por algunas relajaciones y la distracción de la guerra en Ucrania, el escenario pandémico ya está llegando a su fin. Mientras la atención del mundo está puesta ahora en el este de Europa y las medidas tomadas con la excusa de la pandemia se levantan rápidamente en silencio en Occidente, reaparecen brotes en Oriente manteniendo la amenaza, y el plan se sigue desarrollando a paso firme con miras al próximo gran evento. En diciembre de 2021, en una reunión extraordinaria de la OMS titulada “Un mundo unido”, se acordó la redacción de un convenio internacional sobre “prevención, preparación y respuesta” a futuras pandemias, enfocado en el reparto “equitativo” y lo más rápido posible de vacunas y equipos de detección de enfermedades a todos los países del mundo, y en el fortalecimiento de los protocolos fijados desde instancias internacionales como única respuesta a las futuras crisis. La OMS acaba de firmar asimismo un contrato con Deutsche Telekom para desarrollar una app donde se encuentre registrado electrónicamente, con un código QR, el estado de vacunación. La guía de implementación de ese documento electrónico con sus especificaciones técnicas se haya publicada desde el 27 de agosto de 2021. Este documento funcionaría a manera de “pasaporte”, y permitiría viajar en avión y acceder a diferentes sitios.

¿Por qué la OMS hace esto en un momento en que, según se reconoce oficialmente, la variante Omicron de muy baja letalidad ha desplazado a las demás variantes y los contagios caen en picada en casi todo el mundo? ¿Acaso la OMS ignora las espantosas estadísticas que hablan de una eficacia negativa de las nuevas vacunas, y del surgimiento de problemas inmunes y eventos cardíacos entre los vacunados, especialmente con las vacunas de ARNm de Pfizer y ModeRna? ¿Acaso las estadísticas de dos años ya no muestran muy claramente lo totalmente inútiles que fueron las medidas de barbijos y “distanciamiento social”, y los grandes perjuicios que causaron?

Los Informes semanales de Vigilancia de Vacunas de la Agencia de Seguridad de Salud del Reino Unido, uno de los países con estadísticas más serias y actualizadas, permiten aseverar actualmente una eficacia negativa de todas las vacunas utilizadas en ese país en todos los mayores de 30 años, llegando a registrarse una eficacia de -100% dentro de la franja de 40 a 6915. Esto significa que estas personas carecen de respuesta inmune a la infección por Omicron. Si las vacunas simplemente no funcionasen, la eficacia sería similar entre vacunados y no vacunados, sin embargo lo que se ve es que las infecciones tienden a crecer entre los vacunados, mientras se mantienen iguales o decrecen entre los no-vacunados.16 Algo similar había ocurrido anteriormente al emerger la variante Delta, y los mismos CDC de EEUU debieron reconocer a regañadientes que la inmunidad natural se había vuelto más efectiva que la vacunación17.

En Europa, ya puede apreciarse un exceso de muertes en 2021 sobre el que nadie habla. No se debe al Covid. Al contrario, puede apreciarse un incremento sustancial de fallecimientos en todos los menores de 75 años respecto al 2020. Sólo los mayores de 75 sufrieron más durante 2020, en el contexto del Covid-19, las cuarentenas y la suspensión de muchos chequeos de rutina. El crecimiento es especialmente visible en la franja de 15 a 44 años, a partir de mediados de 2021.

Exceso de muertes en Europa en 2020, 2021 y comienzos de 2022 según franja etaria. Fuente: Euromomo.

Exceso de muertes en la franja de 15 a 44 años durante 2021 y comienzos de 2022 en Europa, en comparación con años anteriores. Fuente: Euromomo.

¿El mundo se ha vuelto loco, o acaso la élite de Davos nos tiene guardada alguna otra sorpresa? ¿Cuál es la excusa para insistir en más inflexibles campañas de vacunación planetaria, o para vacunar a niños con algo experimental, que no los beneficia, y con riesgos potenciales desconocidos? ¿Y cuál es la razón por la cual la OMS, impertérrita, pretende seguir con ese mismo camino y profundizarlo en cualquier futura pandemia, para lo cual ya está desarrollando protocolos de cumplimiento mundial aún más estrictos? ¿Qué excusa hay para utilizar esa tecnología aún experimental en vacunas contra la gripe común?

La “próxima pandemia” tiene incluso fecha, en un organigrama publicado por la Unión Europea: Esa fecha es 2024. Claramente la decisión es avanzar en la agenda prefijada, pase lo que pase.

Hay una intencionalidad oculta detrás de los pinchazos universales que a esta altura sólo no la ve quien no quiere verla. Existen muchas teorías sobre cuál es esa intención, que no podemos abordar ahora, pero con lo expuesto aquí es suficiente para desconfiar, estar alertas y tener la firme voluntad de no ceder a ningún chantaje ni campaña de miedo irracional, manteniendo nuestra soberanía nacional en materia de políticas de salud, y la soberanía individual sobre nuestros cuerpos. Aceptar los delirios y las evidentes mentiras de la “medicina preventiva” obligatoria de los globalistas puede ser el comienzo de una verdadera pesadilla distópica.


 

El presente artículo forma parte de la serie “La pandemia como excusa para la Cuarta Revolución Industrial”. Pueden leerse el resto de los artículos de la serie en https://visionentrescientossesentagrados.blogspot.com

1Table 1. Funding for RNA vaccines. Nature biotechnology. https://www.nature.com/articles/nbt.3812/tables/1

2Actualmente el programa ADEPT se encuentra enfocado en la fabricación de test de antígenos rápidos y fáciles de usar por personal no calificado; métodos para “fabricar rápidamente nuevos tipos de vacunas con mayor potencia”; y herramientas novedosas para diseñar células de mamíferos (seres humanos, ganado y animales salvajes) para la administración de fármacos dirigida.

3Dr. Amy Jenkins: Pandemic Prevention Platform (P3). Sitio oficial de DARPA. https://www.darpa.mil/program/pandemic-prevention-platform

4Johnson & Johnson Innovation and BARDA select a surge force of companies with the aim to combat the COVID-19 pandemic as part of its BLUE KNIGHT collaboration. Johnson & Johnson Innovation. https://jnjinnovation.com/node/blog-post/johnson-johnson-innovation-and-barda-select-surge-force-companies-aim-combat-covid

5Goda Naujokaitytė y Florin Zubașcu: The European Commission is to set up an equivalent to the US Biomedical Advanced Research and Development Authority BARDA, after coming under criticism for falling short in matching US support for COVID-19 vaccines development. Science Business, 17/9/2020. https://sciencebusiness.net/news/eu-create-new-biomedical-research-agency-modelled-barda

6Health security and beyond: A new paradigm for a post-pandemic world. Sitio oficial de Flagship Pioneering. https://www.flagshippioneering.com/stories/health-security-and-beyond-a-new-paradigm-for-a-post-pandemic-world

7Marta de Andrés: La vacuna bivalente gripe-covid estará lista en otoño de 2023. La Razón, 25/3/2022. https://www.larazon.es/sociedad/20220326/wy2qpniieja7tdtnrs4llwrgka.html

8Hannah Kuchler y Leila Abboud: Tras el coronavirus, Pfizer y Moderna ahora-apuntan-al-mercado-de-las-vacunas-antigripales. El Cronista, 27/12/2021. https://www.cronista.com/financial-times/tras-el-coronavirus-pfizer-y-moderna-ahora-apuntan-al-mercado-de-las-vacunas-antigripales/

9Dr. Kristen Jordan,: PREventing EMerging Pathogenic Threats (PREEMPT). Sitio oficial de DARPA. https://www.darpa.mil/program/preventing-emerging-pathogenic-threats

10Hay otros muchos motivos que pueden concurrir a una baja de oxígeno en sangre, como un proceso inflamatorio, procesos virales, exceso de radiación electromagnética e incluso la misma desoxigenación producida por el uso continuo de los barbijos de tela.

11DARPA además ha patentado otros implantes bioelectrónicos capaces de liberar en el organismo productos bioquímicos y células diseñadas genéticamente. Las excusas para el uso de esta tecnología invasiva llaman la atención por lo banales y hasta infantiles. En el caso que publicitan ellos mismos, se dice que es para controlar la diarrea del viajero, que se produce a veces en los soldados por efecto del jetlag. Evidentemente se trata de una técnica de persuasión, que se ha utilizado de manera muy efectiva para introducir las nuevas vacunas durante esta pandemia: Cuanto más grave y arriesgado es lo que se hace sin justificación, más se lo presenta en un tono ligero y tranquilizador, como si fuese algo sin importancia.

12Por “macromoléculas” entendemos que se refiere principalmente al ADN y ARN de diseño. Otras macromoléculas son las proteínas, los lípidos, los plásticos y algunos materiales nuevos como el grafeno.

13Bill Gates pronosticó una nueva amenaza mundial peor que el coronavirus. Clarín, 9/11/2021. https://www.clarin.com/internacional/bill-gates-pronostico-nueva-amenaza-mundial-peor-coronavirus_0_mS_eGq6tN.html

14https://jhsphcenterforhealthsecurity.s3.amazonaws.com/181009-gcbr-tech-report.pdf

15Jesús Villajos Barja: Antivacunas y negacionistas, en Diario 16. 24/2/2022.

16¿Estamos viendo alguna nueva forma de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida inducido por la Vacuna Covid-19? Los datos oficiales del gobierno sugieren que los completamente vacunados están al borde del precipicio del desastre, ya que sus sistemas inmunológicos están siendo diezmados, en The exposé, 16/11/2021. Este extenso artículo ofrece datos del último tercio de 2021, que pueden ser contrastados con los ofrecidos por la Agencia de Seguridad de Salud del Reino Unido en sus Boletines de Vigilancia de Vacunación de la semana 3 (tabla 12) y la semana 9 (tabla 13) de 2022.

17Centers for Disease Control and Prevention. Casos de COVID-19 y hospitalizaciones por estado de vacunación de COVID-19 y diagnóstico previo de COVID-19: California y Nueva York, mayo a noviembre de 2021. 28/1/2022.

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