La emergencia del conservadurismo popular frente al progresismo burgués – Por Cristian Taborda

La emergencia del conservadurismo popular frente al progresismo burgués
Por Cristian Taborda

La victoria de Javier Milei trajo un cambio de paradigma y generó una revolución política, lo que ya hace un buen tiempo estaba latente en las bases populares hoy es manifiesto y se ha sublevado.

El totalitarismo de la corrección política y la hegemonía progresista se resquebrajaron, el discurso dominante de los últimos doce años entró en crisis con la irrupción libertaria. Se produjo un desplazamiento de la agenda económica y cultural que impuso el progresismo desde los medios y universidades. La omnipresencia del Estado, la agenda de minorías y el puritanismo moral quedan a un lado con el avance de la sensación, las ideas y la necesidad de un Estado justo y no como un Dios que ordena todos los órdenes de la vida, el regreso de una agenda popular y conservadora de mayorías ante la imposición de una agenda ideológica de minorías elitista y antipopular que concluye con el retorno de valores fuertes y verdades absolutas ante el relativismo moral, el subjetivismo, la autopercepción y el pensamiento posmoderno.

El conservadurismo popular que fue reprimido por los intelectuales y militantes del progresismo ridiculizandolo como “atrasado”, “rancio” y “fascista” ha resurgido y logrado construir una respuesta contrahegemonica que logró capitalizar muy bien el espacio libertario, el que no necesariamente lo expresa del todo ni es un fiel representante, pero sí es el medio en el cual el pueblo encontró una linea de fuga, diría Deleuze. Un medio, no un fin, eso es lo que encontró el pueblo ante la encerrona y el dilema entre progres y libertarios. Los pueblos no tienen ideologías y por lo general suelen rechazarlas, incluso son antagónicos a la imposición de ideas, a las cuales en ciertos momentos de la historia responden con violencia. Más bien, como enseñaba Maquiavelo en Historia de Florencia, los pueblos son conservadores, aún más en momentos de crisis, donde buscan preservar sus costumbres, su religión, su lengua y hasta su vestimenta, describe el florentino. Todo esto es lo que ha sido atacado durante el último tiempo: las costumbres acusadas de “atrasar”, la religión de ser “opresora”, la lengua de ser “patriarcal” o la familia de “fascista” bajo la lógica de Marcuse. Todo lo que hace a la vida cotidiana, usos y costumbres del pueblo ha sido atacado y acusado de autoritario, represor, machista o antiderechos.

La construcción de colectivos, que en realidad son minorías intensas, diseñados desde los círculos de poder, con apoyo mediático y financiamiento han cumplido con el objetivo de fragmentar la unidad de la clase trabajadora, esa es la trampa de la “diversidad” como bien lo describe Daniel Bernabé en su libro, una estrategia para dividir y reinar. La izquierda progresista bajo una lógica “neo liberal” pasó de la lucha y unidad de los trabajadores a dividir y no promover ninguna lucha de trabajadores sino de minorías por lo general alejadas del mundo del trabajo, el lumpenaje que despreciaba Marx en el 18 Brumario. Arrebatando esas banderas de lucha de los trabajadores, el progresismo se abanderó simbólicamente como defensor de sus derechos aunque en la realidad nunca lo fue. Es así como, en nombre y defensa de los trabajadores, hoy promueven políticas para minorías disociadas de la realidad efectiva de los que trabajan, estableciendo una agenda progre burguesa. Los problemas que intenta resolver el progresismo son los de la burguesía y no los de la clase trabajadora.

En contraposición al progresismo burgués el conservadurismo popular surge como una rebelión cultural y respuesta realista en defensa de la identidad y los valores del pueblo, con distintas expresiones políticas, que van desde los libertarios al peronismo doctrinario, el nacionalismo y el liberalismo conservador. La aparición de estos espacios, en medios y redes, y la agenda conservadora surgida desde la llegada al poder de Milei responde a una demanda de la sociedad, se ha instalado de abajo hacia arriba sobrepasando a casi toda la dirigencia política, periodistas e intelectuales que todavía siguen buscando respuestas al triunfo de Milei. Incluso la sublevación es tal que hasta algunos dogmatismos de la agenda económica libertaria se empiezan a ver erosionados. Es una reacción popular que excede a los espacios políticos y se impone.

En la praxis política, Javier Milei desde el libertarismo, y el peronismo, hoy en la figura de Guillermo Moreno, con distintas aristas, expresan políticamente la emergencia de ese conservadurismo popular frente al progresismo burgués, encabezado por Kicillof y Grabois en contraposición. Por un lado, el liberalismo vuelve a tomar una postura conservadora socio-cultural manteniendo el liberticidio económico y por el otro el peronismo parece recuperar su tradicionalismo y nacionalismo cultural. Lo que queda claro es que la agenda progresista, el estatismo y el exceso de ideologismo de los círculos políticos, militantes e intelectuales están siendo disputados por el sentido común, los valores tradicionales y el rechazo a la omnipotencia del Estado que plantea el nuevo conservadurismo de las clases populares. Pueblo versus élites.

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