Por Fausto Frank
“Carne cultivada” en laboratorios, “carne” realizada digitalmente por impresoras 3D, gigantescos feed-lots de cerdos para China, “Agricultura 4.0” con inteligencia artificial, Big Data, blockchain, sensores, Internet-de-las-cosas, edición genética CRISPR: el proyecto para el campo de producción intensiva y alta tecnología, con casi nula mano de obra, que están impulsando los poderes globales para la Argentina, con el Foro Económico Mundial y Bill Gates como sus exponentes más visibles: un desierto verde, sin personas, en manos de unas pocas megacorporaciones.
Desde el “Club AgTech“, David Miazzo, economista jefe de la Fundación FADA explica: “Hay personas muy influyentes impulsando la inversión. Entre los principales inversores se encuentra Gates Ventures”, fondo de inversión del magnate Bill Gates, fundado en 2008 y base en Washington.
Empresas como las norteamericanas Impossible Foods y Beyond Meat (“Más allá de la carne”) han sido solo las pioneras de un rubro que se espera termine reemplazando a la carne en las próximas décadas. Gates Ventures es uno de los principales accionistas de Beyond Meat. Bill Gates cuenta que decidió invertir en la compañía en el año 2013 luego de probar el producto y quedar impactado: “No puedo notar la diferencia entre Beyond Meat y la carne de pollo real”, exclamó el magnate. Impossible Foods, por su parte, cuenta entre sus accionistas a Google Ventures, UBS, Temasek Holdings y Bill Gates.
La Impossible Burger incluye leghemoglobina, que es una proteína de la soja que se une químicamente a una molécula no proteica llamada heme que le da a la leghemoglobina su color rojo sangre. La leghemoglobina utilizada en las hamburguesas de “carne vegetal” proviene de una levadura diseñada genéticamente que incluye las instrucciones de ADN de la planta de soja para fabricar la proteína. El hecho de agregar el gen de la soja a la levadura lo convierte en un organismo genéticamente modificado o transgénico.
El globalismo en pleno, con el Foro Económico Mundial y las Naciones Unidas están promoviendo este cambio estructural en la forma de producir alimentos.
“Carne” realizada con impresoras 3D
El Foro Económico Mundial (WEF) se ha encargado de reconocer y difundir un nuevo “avance” de la tecnología israelí: carne hecha con impresoras 3D, asemejando partes de músculo y vetas de grasa, a partir de compuestos vegetales. La entidad globalista lo llama abiertamente “el sabor del futuro”:
“Está claro que la industria alimenticia actual carece de las herramientas y las tecnologías para enfrentar el desafío de encontrar buenas alternativas a los animales como proveedores de carne. Además, está claro que la cría de animales para la alimentación no es sostenible dado el aumento del tamaño de la población, la creciente demanda de carne en Asia y las ineficiencias y la contaminación inherentes a la producción de carne y principalmente a la carne de vacuno”, sostiene Eshchar Ben-Shitrit CEO de la empresa israelí Redefine Meat.
“En los últimos meses, trabajando con chefs y carniceros, hemos servido cientos de nuestros productos a consumidores inesperados. Su primera respuesta es siempre: no puedo creer que no sea carne y ¿cómo podemos obtener más de esto? Por supuesto, tenemos que trabajar a escala, lo que no es un desafío importante ya que obtenemos materias primas que ya son mucho más asequibles que la carne de res. Nuestro objetivo no es desarrollar un nuevo producto alimenticio, sino introducir una nueva tecnología alimentaria que se convertirá en una plataforma para la introducción rápida de alternativas de carne nuevas y superiores que no existen en la actualidad (…) Las máquinas se implementarán en 2021 para ofrecer una amplia gama de capacidades más allá de solo producir un producto (…) En cinco años, creemos que veremos varios tipos de productos alimenticios en transición a la producción digital, para mejorar la calidad de los productos, crear una mejor cadena de suministro y permitir la personalización masiva”, explica Eshchar Ben-Shitrit.
La ONU promueve activamente este tipo de opciones. Beyond Meat fue tempranamente premiada por las Naciones Unidas en 2018, con el reconocimiento “Champion of the Earth” (Campeón de la Tierra).
No solo las carnes rojas están siendo reemplazadas por alimentos balanceados de origen vegetal, también el pescado. La gigante alimenticia Nestlé ya incursiona en el “atún hecho a partir de plantas”:
Carne de laboratorio
Las primeras investigaciones sobre el cultivo de carne en laboratorio fueron realizados por la NASA, como un intento de alimentar de forma alternativa y sostenida a astronautas en el espacio, si bien por pocos meses. La técnica fue aprobada por la FDA en 1995,9 y la NASA ha estado realizando experimentos desde 2001, produciendo carne in vitro a partir de células de pavo.
Sin embargo, esta idea siempre estuvo en los planes de las élites mundiales. Winston Churchill ya había dicho en los años 1930: “Dentro de cincuenta años, escaparemos al absurdo de criar un pollo entero para comer la pechuga o las alas, cultivando estas partes separadas en un medio adecuado”.
La primera hamburguesa de laboratorio fue producida en 2013, por el científico holandés Mark Post, profesor de Fisiología Vascular de la Universidad de Maastrict, a un costo de U$D 280.000. Sin embargo, se calcula que para los próximos años estas hamburguesas podrían comercializarse a un precio similar o inferior a los de la carne tradicional. La compañía estadounidense Just ya anunció que sus “nuggets de pollo”, elaborados a base de células extraídas de la pluma de pollo vivo, pronto estarán en los restaurantes.
El marketing no se queda atrás. La carne basada en células podría llegar a las góndolas en los próximos años bajo la denominación de ‘carne limpia’.
Grandes laboratorios como Merck ya están invirtiendo en empresas de carne artificial como en la holandesa Mosa Meat.
Gigantes norteamericanos Tyson Foods (segundo mayor procesador y comercializador de pollo, res y cerdo ) y Cargill (controla junto a las también estadounidenses Bunge y Archer, el 90% del comercio mundial de granos y un importante productor de carne), junto al cofundador de Google, Sergey Brin, ya invierten en el cultivo y desarrollo de células de ganado vacuno, porcino o de otro tipo, en enormes biorreactores en los que pueden crecer hasta niveles de tipo industrial, como en la empresa Memphis Meats, que también tiene como accionistas a Bill Clinton y al magnate Richard Branson.
En Israel el foco de las investigaciones están puestas en cómo producir industrialmente carne artificial de pollo (con empresas como SuperMeat, Future Meat Technologies y Meat the Future, con fuertes acuerdos con China); en Estados Unidos predominan las de bovino y cerdo; y en Europa buscan la de bovino.
En la Argentina el laboratorio Craveri viene desarrollando cultivos in vitro de carne en un proceso que dura cuatro semanas, reproduciendo el sabor y la textura del producto original. Craveri señala la “ventaja a nivel ambiental”, ya que el cultivo de la carne no produce emisión de metano. Craveri es un laboratorio originalmente especializado en el cultivo de células de tejidos humanos, con el objetivo de ser usados para transplantes. Una tecnología similar es la que se termina aplicando para reproducir células animales.
“Con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria mundial y reducir la carga ambiental de la producción de alimentos, la División Bioingeniería de Laboratorios Craveri da inicio a B.I.F.E. –Bio Ingeniería en la Fabricación de Elaborados– la startup que desarrolla carne mediante el uso de técnicas de cultivo. La innovación que plantea B.I.F.E. se apoya en la elaboración de productos alimenticios de óptima calidad y valor nutricional desarrollados en una planta GMP -Good Manufacturing Practice-. (…) La llamada “agricultura celular” surge de la intersección entre las ciencias de la salud y la producción de alimentos, tomando las herramientas y conocimientos de la primera para su aplicación en la segunda. Actualmente se consolida para llevar una solución al problema de la falta de alimentos para la población futura”, explican en BIFE (sic).
El laboratorio Craveri explica el proceso: “Para llevar a cabo el proceso de cultivo, en primer lugar es necesario recolectar células animales que se encuentren en el tejido nativo del animal. Una vez obtenida la muestra, se deben aislar las células satélite (células encargadas de crear un nuevo tejido muscular cuando ocurre un daño en el músculo) y cultivarlas con el fin de multiplicarlas. Luego de obtenida la cantidad necesaria se las estimula para que se fusionen y formen fibras de tejido muscular. Por otro lado, es necesario contar con un medio de cultivo que contenga todos los nutrientes que las células requieren para crecer y multiplicarse. Los actualmente utilizados contienen componentes inorgánicos y orgánicos que incluyen carbohidratos, aminoácidos y vitaminas. Finalmente se requiere una matriz tridimensional que imite el entorno natural del músculo nativo. Además tiene que tener las características apropiadas para permitir la adhesión celular y la posterior proliferación y desarrollo de tejido muscular”.
“Para el año 2050, se estima que la población mundial será de 9.000.000.000, lo que hace necesario encontrar métodos alternativos a la producción tradicional de carne“, fundamentan. Según Laura Correa, del mismo Laboratorio: “el principal argumento de la agricultura celular es dar una respuesta al crecimiento poblacional”.
Así explica el proceso con dibujos animados y música infantil el laboratorio Craveri:
¿Qué países prevén serán los mayores demandantes de la carne de cultivo? China e India: un mercado de 3000 millones de personas, casi la mitad del planeta.
La mayor cantidad de empresas de “carne cultivada” en laboratorio a partir de células extraídas de animales son de origen estadounidense (53%) e israelí (20%).
Entre los motivos que llevarían a las personas a comer la nueva carne de cultivo están el creciente veganismo, un tipo de dieta extrema promovida desde los EEUU y el ecologismo ya que las posturas ambientalistas radicales plantean que la ganadería sería una de las principales responsables del “calentamiento global”.
Solo en EEUU la carne sustituta abarca un mercado de U$S 35.000 millones de dólares.
Para el año 2040 se proyecta que el 60% de la población ya se alimente en base a “carnes vegetales” (25%) y “carnes de laboratorio” (35%). La carne tradicional será un “lujo” para las élites y clases altas.
Una de las grandes apuestas de Bill Gates en la Argentina es a través de Farmbeats, articulando compañías agricultoras y universidades para suministrar conectividad a internet a partír de las frecuencias de onda usadas por la televisión. Ranveer Chandra, creador del proyecto FarmBeats, explicó que buscan “solucionar el problema de la conectividad de Internet existente en las zonas rurales. Con Farms Beats se podrá acceder a espacios libres de las frecuencias de TV, para establecer enlaces de banda ancha de alto rendimiento en el hogar del agricultor y también en estaciones de base del Internet de las Cosas (IoT) en el campo”. Y continúa la idea: “La principal innovación está en cómo los sensores FarmBeats transmiten datos. La mayoría de las granjas tienen un acceso pobre o nulo a Internet. En los Estados Unidos, el 20% de las personas que viven en áreas rurales no tienen acceso ni a las velocidades de banda ancha más lentas. La mayoría de los sistemas de datos de granjas requieren costosos transmisores para conectarse, pero FarmBeats se basa en una solución inteligente: usa espacios en blanco de TV”.
Los sensores, cámaras y drones necesarios se conectan a una estación base y aprovechan un algoritmo impulsado por Internet de las Cosas basado en patrones de viento para ayudar a acelerar y desacelerar su vuelo. FarmBeats forma parte de Microsoft AI for Earth, un programa que brinda herramientas de nube e inteligencia artificial.
La pantalla “filantrópica” para los proyectos de Gates se llama AgOne, “Una Agricultura, Una Ciencia”, una división de su Bill and Melinda Gates Foundation. “Tenemos una oportunidad con el avance de las herramientas de edición basadas en genes como la inteligencia artificial y las tecnologías para construir esta nueva generación de soluciones de salud para que estén disponibles para todos en el planeta. Y estoy muy entusiasmado con esto”, dijo Gates en Seattle durante un discurso de apertura en la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.
Institucionalmente, muchos de estos poderosos actores convergen en el IICA, Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura. El IICA brinda “cooperación mediante el trabajo cercano y permanente con nuestros 34 Estados Miembros, cuyas necesidades atendemos oportunamente”. En 1948, con la creación de la OEA, el “ministerio de colonias” de los EEUU, el IICA se convirtió en el organismo especializado en agricultura del Sistema Interamericano. No falta el “grupo de artistas” que apoya al IICA.
Dirige el IICA el Dr. Manuel Otero, miembro consultor del influyente CARI, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (organismo fundado en 1978 por Nicanor Costa Méndez, canciller de Onganía y Galtieri; el ex presidente Fernando de la Rúa y el periodista Mariano Grondona), ex vicepresidente del INTA durante la gestión de De la Rúa entre 1999 y 2001, ex ministro consejero agrícola durante la gestión de Alfonsín, entre 1984 y 1988.
¿Quiénes están detrás del IICA? entre sus principales “alianzas” aparecen Bayer-Monsanto y Microsoft (Bill Gates).
En el año 2011, la Fundación Bill Gates comenzó a financiar al Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR), un consorcio de 15 centros internacionales de investigación agrícola formado en 1971 que funciona como banco de semillas. En el mismo año, en el Encuentro de Ministros de Agricultura de las Américas 2011, “La conferencia magistral estuvo a cargo de Prabhu Pingali, Subdirector de Desarrollo Agrícola de la Fundación Bill & Melinda Gates, la cual tiene como uno de sus ejes estratégicos la cooperación en agricultura como medio para superar la pobreza y el hambre en Asia y África”. Para 2019, el Grupo de Referencia del Sistema (SRG), co-presidido por Tony Cavalieri, Oficial Superior de Programas de la Fundación Bill y Melinda Gates, y Marco Ferroni, Presidente del Consejo de Administración del Sistema y ex directivo de la Fundación Syngenta, propuso fusionar los 15 centros del CGIAR en uno solo. El mismo año, Manuel Otero director del IICA, realizó una alianza estratégica con Mathias Kremer, de Bayer-Monsanto: “Sustentabilidad, inocuidad de alimentos, empoderamiento de las mujeres en el campo y uso correcto de productos son los ejes centrales de la nueva alianza entre Bayer y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA)”, sostuvieron.
Manuel Otero también viene promoviendo la “carne artificial”: “Trigo resistente a sequías, carne artificial, drones en el espacio rural. Hay una realidad establecida en países con una agricultura moderna y tecnificada diferente a la de los países de la franja tropical y el principal desafío del IICA es que nadie quede rezagado. Esto implica acelerar el proceso de transformación de la agricultura en esos países, importadores netos de alimentos y con rezagos tecnológicos”, dijo el titular del organismo especializado del Sistema Interamericano.
En Junio de 2019 el dirigente político, Gabriel Delgado, candidato a YPF Agro y frustrado interventor en Vicentín por parte del gobierno, afirmó: “Otra revolución del campo es con la informática, él que la paró de pechito fue Bill Gates. Se trata de la agricultura 4.0 que nos permite una automatización no ya solo de procesos digitales, sino también de procesos físicos a gran escala que significa eso? Máquinas que pueden tomar decisiones por si solas”.
Las inversiones de Bill Gates en el rubro de la agricultura y la alimentación son variadas. A través de su Fundación Bill y Melinda Gates, viene financiando a GALVmed (Global Alliance for Livestock Veterinary Medicines), una “organización sin fines de lucro”, equivalente a GAVI The Vaccine Alliance, pero para animales, con sede en Edimburgo que investiga la genética animal, entre otros temas como vacunas y medicamentos para el ganado. Uno de los objetivos es generar una “súper vaca” genéticamente modificada, con más carne y más resistente a enfermedades.
“Tenemos que examinar seriamente la manera de aprovechar la revolución digital para renovar el sector de la agricultura y la ganadería”, declaró el célebre empresario durante la cumbre anual del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), una de las agencias especializadas de Naciones Unidas, en 2012. En esa ocasión, Gates anunció la “donación” de 200 millones de dólares, a través de su fundación, para financiar investigaciones sobre variedades de maíz resistentes a la sequía. El apoyo a los transgénicos es abierto: “Hablen con los cultivadores de arroz y pregúntenles si consideran importante que la semilla haya sido creada o no en un laboratorio, cuando lo que les interesa es tener comida suficiente para sus hijos”, dijo. Consultado acerca de la compra de extensiones enormes de terrenos de países pobres por parte de ricos inversionistas, como ocurre en América Latina y el Africa, Gates respondió: “el que corre más riesgos es el inversionista”. Planteó asimismo que hace falta otra “revolución” en la agricultura, como la que durante el siglo XX aumentó la producción mundial en base al modelo del monocultivo, el uso de fertilizantes y plaguicidas a gran escala y las semillas transgénicas. Todo, por supuesto, en nombre de la inclusión social, solucionar el hambre el hambre en el mundo, combatir la pobreza y la desigualdad.
Como puede verse en el video, el magnate busca “ayudar” a pobres campesinos africanos aportándoles tecnología. En la práctica lo que se intenta es desarmar la agricultura tradicional que les otorga autosuficiencia alimentaria para ser reemplazada por agricultura de monocultivos con semillas transgénicas y alta tecnología para producir en escalas mayores para el mercado internacional y así desestructurar sus economías locales, eliminando las semillas tradicionales que generan los propios agricultores. Un mecanismo similar al realizado a través del sistema operativo de Microsoft, entregándolo primero a bajos precios para luego ir aumentando los mismos o generando paquetes monopólicos como el Office.
En la Agricultura 4.0 se va progresivamente monopolizando toda la cadena productiva de alimentos: desde la transgénesis y la edición genómica CRISPR de semillas, hasta la producción de paquetes de insumos, agrotóxicos y maquinarias de alta tecnología.
El 30 de junio de 2020, en el mayor de los silencios mediáticos, realizaron el encuentro “El Impacto Científico Tecnológico en el desarrollo del Sector Agropecuario”, en el que participaron:
-Manuel Otero (director del IICA);
-Roberto Salvarezza, Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación;
-Luis Basterra, Ministro de Agricultura de la Nación;
-Mariano Jabonero, Secretario General de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura);
-Diego Hurtado, Secretario de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación del Ministerio de Ciencia;
-Julián Echazarreta, secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación;
-Jorge Neme, secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería Argentina, dirigida por Felipe Solá, introductor de la siembra directa de soja en los ’90;
-Luis Scasso, Director adjunto de OEI Argentina (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura)
-Caio Rocha, Coordinador Regional del IICA para Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, ex secretario a cargo de distintas secretarías del Ministerio de Agricultura de Brasil desde 2011 al 2018;
-Ignacio Albornoz e Rodolfo Basterre, especialistas en tecnología agrícola de OEI;
-Edith Obschatko y Viviana Palmieri, funcionarias de IICA
Jorge Neme fue durante 14 años (2002-2016) coordinador del Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (Prosap), perteneciente al Ministerio de Agroindustria y de la Unidad para el Cambio Rural (UCAR), entidad encargada de gestionar y ejecutar préstamos del exterior destinados al “desarrollo rural” en las provincias, a través del Banco Mundial; el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); la Corporación Andina de Fomento (hoy Banco de Desarrollo de América Latina -CAF-); y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA, de Naciones Unidas). Neme es también Director Titular de Sucroliq Argentina SA. En 2016, la AFIP denunció penalmente a Sucroliq Argentina SA por “Contrabando”, una operatorio que permitió la fuga de divisas por u$s 306.862.000 durante un lapso de 4 años.
En la Argentina, una institución clave es la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Históricamente encargada de promover el paquete de Monsanto (Siembra Directa, fumigaciones con glifosato, semillas transgénicas) ahora también toma la delantera con AgTech: “Con el avance vertiginoso de la capacidad de procesamiento de las computadoras, hoy en día es posible almacenar y gestionar una cantidad de datos provenientes del campo, la genética, las transacciones y fenómenos climáticos, antes impensado, que generan un nuevo paradigma y un sinfín de aplicaciones para el agro (…) Aquí es donde aparecen muchas de estas “nuevas” tecnologías, muchas de ellas presentadas en el 1er Congreso Nacional de Agtech en el marco de Sustentología, XXVI Congreso Aapresid, como el Blockchain, la Inteligencia Artificial y la Biotecnología“.
Explica la doctora Valeria A. Hernández: “El afianzamiento de AAPRESID se da en el marco de la reforma estructural del Estado que conoció la Argentina en los años 1990: desregulación del mercado de bienes y de capitales, ley de Convertibilidad que aseguró la paridad cambiaria peso/dólar, privatización de los activos públicos. Entre las medidas directamente ligadas a la “agricultura de fin de siglo”, encontramos la ley N° 24.083 de Fondo Común de Inversiones (1992), por la cual se dio cauce a la organización de los pooles de siembra, nichos privilegiados del capital financiero, que adoptaron desde 1996 las semillas GM y el paquete tecnológico a ellas asociado (agroquímicos, SD). En este contexto, AAPRESID llama a “fundar una nueva agricultura”, a involucrarse en una metamorfosis que terminará cristalizando en la fundación de un “paradigma”, en el cual la SD será sólo uno de sus componentes”.
¿Quiénes financian a AAPRESID?: Bancos y corporaciones globales: Basf, Bayer-Monsanto, Bioceres, Biogénesis Bagó, Cargill, Banco Galicia, Banco ICBC, Nidera Semillas, Profertil, Banco Santander, Syngenta.
Bajo esta nueva Agricultura 4.0, pocas corporaciones podrán controlar la casi totalidad de la cadena alimentaria: Bayer-Monsanto generando las semillas transgénicas o de edición genética CRISPR, pooles de siembra como Cresud (de Eduardo Elsztain, con el control actual de más de 800.000 hectáreas) y Cargill encargándose del acopio y exportación.
¿Cómo se instaló en nuestro país este modelo de producción de agricultura casi sin agricultores? El diario hoy oficialista, Página 12, decía en 2016: “El 25 de marzo de 1996, el secretario de Agricultura de Carlos Menem, Felipe Solá, autorizó con un trámite express el ingreso de la soja transgénica, basado en estudios de Monsanto“.
Para David Miazzo de Fundación FADA, no toda la carne tradicional se eliminará. “Quedará como un consumo de lujo”, afirma. O sea, en las próximas décadas tendremos a miles de millones de personas consumiendo engendros de laboratorio, alimento balanceado o forraje animal (como lo es la soja) disfrazado de carne, pero la élite y las clases más altas podrán seguir comiendo alimentos que serán cada vez más escasos y con precios cada vez más inaccesibles. Dos castas cada vez más diferenciadas.
En 1973, el director de cine Richard Fleischer filmó la película distópica “Soylent Green”, titulada en castellano “Cuando el destino nos alcance” y ambientada en el año 2022. Resulta interesante leer su premonitorio argumento:
“La industrialización del siglo XX llevó al hacinamiento, la contaminación y al calentamiento global debido al “efecto invernadero”. En el año 2022, en este futuro distópico, la ciudad de Nueva York está habitada por más de 40 millones de personas, físicamente separadas en una pequeña élite que mantiene el control político y económico, con acceso a ciertos lujos como verduras y carne, y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas, y solo dos variedades de un producto comestible: Soylent rojo y Soylent amarillo, que son la única fuente de alimentación, ya que los alimentos naturales son un privilegio para los sectores dominantes. La compañía Soylent es una empresa que fabrica y provee los alimentos procesados de concentrados vegetales a más de la mitad del mundo. Soylent verde es el nuevo producto alimenticio sacado al mercado, basado en plancton, según la publicidad de la empresa”.
Cuál era la verdadera composición del alimento “Soylent Green” lo dejamos para quienes quieran ver la película.
Es sabido que la alimentación es central en los primeros años de vida de una persona para el funcionamiento del cerebro y el desarrollo neuronal. Al mismo tiempo, cada tipo de alimento aporta nutrientes que no siempre pueden ser reemplazados. Por ejemplo, es sabido que la carencia de vitamina B12, difícil de encontrar en el mundo vegetal, genera a largo plazo problemas neuronales. Distintos alimentos también influyen sobre las emociones y la personalidad. ¿Cómo afectarán estas nuevas dietas a los futuros seres humanos?
Los fitoestrógenos de la soja tienen la posibilidad de ser agonistas o antagonistas estrogénicos. Los efectos pueden variar desde la infertilidad hasta una sobre-respuesta estrogénica, aumentando las secreciones del tracto reproductivo y alterando el comportamiento. Las isoflavonas de soja pueden alterar negativamente la función reproductiva y la fertilidad masculina (Cf. Chavarro, J. E., Toth, T. L., Sadio, S. M., & Hauser, R. (2008). Soy food and isoflavone intake in relation to semen quality parameters among men from an infertility clinic. Human reproduction, 23(11), 2584-2590). Por este motivo, algunos estudios, aplicando el principio de prudencia, recomiendan no tomar alimentos enriquecidos con isoflavonas o muchos alimentos ricos en isoflavonas en hombres y niños.
Frente a todo este panorama, la Argentina debería reflexionar muy seriamente sobre qué tipo de futuro agroindustrial quiere, bajo qué modelo y con qué consecuencias sociales. El Ministerio de Agricultura, junto a la Cancillería, por lo pronto, de la mano de los mismos actores que en los ’90, promueven ahora: “posicionar a Argentina como referente global en AgTech“, desarrollar lo que llaman el proyecto “Vaca Viva” y avanzar en un polémico acuerdo de producción masiva de cerdos de feed lot para China.
Como suele ocurrir, los cambios estructurales, que afectarán durante generaciones a millones de argentinos, quedan por fuera del debate público.
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