El multiculturalismo de la nada – Por Salvatore A. Bravo

El multiculturalismo de la nada
por Salvatore A. Bravo

El caso de los estudiantes musulmanes exentos de estudiar la Divina Comedia

El caso de la escuela de Treviso, en el que algunos estudiantes musulmanes fueron exentos del estudio de la Divina Comedia de Dante, suscita polémica. Y se reacciona con inspecciones ministeriales o con sensación de escándalo. Estamos en una era superficial, en la que el pensamiento profundo y crítico ha sido reemplazado por formas de autoritarismo y reacciones cuyo objetivo es el consenso político. De esta manera evitamos el análisis de las condiciones materiales e históricas que conducen a soluciones didácticas que nos dejan boquiabiertos. Se pueden hipotetizar otras verdades sobre el caso, que parece más un síntoma de una patología general en curso que una enfermedad real. Desde hace años, la escuela es objeto de un asedio que pretende transformarla en una rama del mercado. A los profesores se les dice que recorten programas y eliminen nociones. El resultado de estas elecciones-imposiciones didácticas bendecidas por los pedagogos de turno no es sino el deterioro general de algunas habilidades básicas: la lectura y la escritura, incluso en las escuelas secundarias, se encuentran ahora en el nivel elemental. Frente a los resultados de la escuela-empresa que nadie cuestiona -este es un dogma parecido a la Inmaculada Concepción- seguimos repitiendo “más autonomía y menos nociones, más tecnologías y menos compromiso, más escuela en cruceros y menos trabajo disciplinario”.

La tradición pedagógica de la escuela italiana es humillada con continuas comparaciones con escuelas finlandesas, americanas e inglesas para comunicar a los profesores que deben actualizarse para eliminar la basura que traen consigo. Destrucción creativa una vez más. En resumen, para preparar a las generaciones futuras para el mercado debemos privarlas de carácter e identidad. El globalismo anglófono declara que la única lengua verdadera con la que se trabaja y se hace carrera es el inglés de “mercado”, a lo que hay que añadir que las identidades culturales se juzgan como un límite, porque impiden adaptaciones y son presagio de tensiones. Por lo tanto, todo acaba siendo contemplado desde el punto de vista de eliminar. Se recortan contenidos, el tiempo escolar se ve erosionado por un sinfín de actividades de aprendizaje disfuncionales, al final hay una percepción clara y verdadera de que el sistema tiene como objetivo humillar a los profesores de humanidades y utilizar a los profesores de las disciplinas científicas como vehículo de los mandatos tecnocráticos de las oligarquías financieras.

La escuela es humillada y ofendida, debe enseñar que la identidad es un límite a superar, para que pueda haber intercambio entre culturas. El multiculturalismo que enseña el globalismo pro-atlántico es el intercambio de nada, es decir, eliminadas o debilitadas las culturas en su valor histórico, ético y educativo, sólo queda el intercambio de productos, dinero y bienes. Multiculturalismo de la nada, en el que las culturas deben negarse a sí mismas cuando se encuentran para encontrarse en una tolerancia sin identidad. Larvatus prodeo, “hay que avanzar enmascarado hacia el nihilismo mutuo de los pueblos”, y en esta “nada” las diversidades se encuentran y celebran su triunfo que consiste en la liberación del peso de la cultura, la lengua y las tradiciones. El mercado es la verdad humana demasiado humana que acoge a todos y devora todos los ejes de valor. El nuevo Leviatán es global. En este clima de oscuridad de ignorancia y nihilismo es fácil ceder a la presión y al miedo.

El caso Treviso forma parte de este clima general: no hay que juzgarlo sino entenderlo, es el síntoma del colapso general. En las escuelas, los profesores cada vez más mayores y los directores asustados están sujetos a presiones y solicitudes cada vez más sin precedentes. El estudiante es un cliente, puede cambiar de escuela si quiere, y si los clientes no están satisfechos se saltan la gestión y los trabajos, por lo que al cliente siempre hay que decirle el fatídico “sí”. Esta es la condición de la escuela pública en la época del liberalismo sin límites y fronteras que la canibalizó y convirtió a todos los trabajadores escolares en figuras que viven una condición indefinible y difícil, siempre al borde de sufrir llamamientos y a veces violencia. No debemos juzgar y, por lo tanto, devolver ciertas opciones al contexto social y al tejido económico. La única realidad verdadera e intachable es la terrible cualidad de nuestro multiculturalismo, que es una ficción, porque exige el suicidio general de las culturas y de la cultura.

Si no se elimina la escuela “con perspectiva de empresa”, será difícil que los docentes actúen para defender y transmitir el humanismo de la letra escrita y del pensamiento, porque escuela para la formación y escuela para la empresa no coinciden. Los profesores están atrapados en contradicciones sobre las que actúan adaptándose (menos Dante y más tecnologías) o resistiendo de forma a menudo solitaria. En este clima de presiones y exigencias, la solución más sencilla para que un docente sobreviva es muchas veces “ceder” o “banalizar los contenidos”. En el caso concreto hay que tratarlo con respeto, porque hay que entenderlo en su dinámica particular y general, el juicio debe ser cauteloso, una vez más tenemos la oportunidad de comprender menos el colapso de la escuela italiana y la condición atormentada de los profesores, que son, cada vez, menos formadores y cada vez más operadores en el mercado que arrincona la formación.

Finalmente, recordemos la eterna grandeza de Dante en cuya Divina Comedia está presente la teoría de la luz tomada de Avicena y repensada en clave católica, esto es el multiculturalismo o resemantización de contenidos en el propio marco identitario que se profundiza y eterniza, sólo para contactar con otras culturas sin renunciar a la propia. Tras un estudio cuidadoso, Dante Alighieri y la cultura islámica (Averroes-Avicena) se encuentran en un estado de perpetuo intercambio, elaboración y tensión generativa. El pasado nos brinda paradigmas para decodificar el nihilismo del mercado que nos devora. Sólo una revolución cultural colectiva podrá sacarnos del abismo pantanoso en el que hemos caído y cuyo fondo no podemos ver porque estamos renunciando a la comprensión. Debemos reactivar “la luz del pensamiento y el coraje de la práctica pedagógica” para salir de las tinieblas del nihilismo. El diálogo no es una renuncia a los contenidos, sino un cruce de espacios para reunir las diferencias en el tiempo de la palabra, pero para que esto suceda es necesario un clima cultural que coloque en el centro la educación liberada de las limitaciones del economicismo.

Fuente. Revisión de la traducción: Carlos X. Blanco.

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